En un proceso de coaching ejecutivo, un profesional que aspira a conseguir un reto determinado contrata a otro que le ayude a lograrlo. Eso es coaching ejecutivo, una singular relación en la que una persona pregunta y otra reflexiona y responde. La clave para hacerlo correctamente es el enfoque y el propósito de dichas preguntas, tal y como reveló Luis Carchak en un taller para la comunidad EEC Alumni, de la Escuela Europea de Coaching.
La relación entre coach y cliente tiene que ser de igualdad. “Coaching es una maravillosa sorpresa en la que ambos [coach y cliente] danzamos juntos y yo acompaño a mi cliente hacia su reto pero yo no tengo las respuestas y el cómo [proceder] lo pone él”, aseguró Carchak.
Así, durante el proceso de coaching las preguntas del coach han de estar “limpias de juicios y creencias”. Una pulcritud que Luis Carchak recordó es un trabajo que los coaches deben realizar permanentemente, al margen de su experiencia. “Los coaches no tenemos garantías de que nuestra manera de preguntar no está teñida de nuestros juicios y que voluntaria o involuntariamente nuestros juicios tiñan las conversaciones que tenemos con nuestro cliente de coaching”, explicó.
Para garantizar un coaching limpio, es decir, para tratar de formular preguntas limpias de juicios y creencias Carchak compartió varias alternativas. Entre ellas, hacer preguntas “directas al observador que está siendo el cliente, no a lo que mira el observador”. También recomendó no preguntar para que el cliente responda al coach, sino para que se responda a sí mismo. E insistió en que el coach no debe no asumir que tiene la respuesta, pues “si sabemos hacia dónde queremos llevar al cliente, podríamos caer en una manipulación”.
Otra pista para saber si el coach está siendo objetivo, continuó Carchak, es el tamaño de la pregunta. “Probablemente”, dijo, “una pregunta que tenga más de siete palabras contiene un juicio. La pregunta ha de ser corta, mínima, sin comas. Si necesitamos generar contexto para hacer esa pregunta, lo generamos. Decimos desde dónde preguntamos lo que preguntamos, dejando claro que no hay nada escondido en nosotros”.
Por último, el experto compartió el modelo “The power of six”, una técnica de David Grove que consiste en realizar preguntas simples, en el aquí y el ahora y, sobre todo, trabajar la repetición de la misma pregunta para aumentar la capacidad y eficiencia movilizadora del cliente.
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