¡No puedes parar! Llega el verano, el chiringuito, el bañador y ni con esas eres capaz de seguir pensando en las tareas pendientes, los estudios, el futuro, el regreso… ¡Date un respiro! Nuestro cerebro también necesita descansar para poder exprimir su máximo potencial y enfrentarse a las exigencias y el estrés de la vuelta a la rutina. Por eso, si eres un ‘workaholic’ y no puedes darle a la ‘pausa’ a tu cerebro, Carlos González, profesor de ESIC Business & Marketing School, te ofrece 5 tips para desconectar, que te harán volver con las pilas cargadas de batería.
- Báñate de naturaleza. Sea bosque, mar, montaña o playa… Nuestro cerebro y nuestro cuerpo necesita recuperar energía, calmarse, integrar lo vivido estos meses que llevamos del año. Regálate un paseo tranquilo observando con gratitud la belleza de lo que estás experimentando: una brisa del mar, el verdor de los árboles, el sonido de las olas o de unos chorros de agua en la montaña, la actividad de los pájaros… Todo vale: permítete una siesta, disfrutar a la sombra de un árbol, o sumergirte en el agua de un rio. Tú decides.
- Disfruta de tus pasiones sin estresarte. Sea lectura, cocina, senderismo, ajedrez, o simplemente descansar viendo una serie de ‘Netflix’. Eso sí, desde un ‘mindset’ de calma, nunca desde la exigencia. No pasa nada si un día no se cumple con los planes previstos: leer menos, no pintar lo suficiente, o no conseguir el chup-chup perfecto de tu guiso preferido. Recupera a ese niño divertido y juguetón que llevas dentro de ti y déjate llevar por el disfrute del momento: salta las olas, construye castillos de arena, o juega a adivinar las formas de las nubes.
- Abrázate a los tuyos: sean familia, amigos o mascotas. El cerebro y el cuerpo se nutren de las hormonas que están asociadas a las emociones como el amor, la alegría, la gratitud… Ya lo dijo Aristóteles en su momento: ‘zoon politikón’: somos seres sociales así que aprovecha estas semanas de vacaciones para cultivar estas emociones y hormonas que nos ayudan a recuperar energía y revitalizar nuestro cerebro. Recupera el tiempo que no tienes en tu día a día a base de abrazos, ’te quieros’, y recordar a tus seres queridos lo importantes que son en tu vida.
- Agradece. Cada minuto cuenta. Valora los pequeños detalles del día. Ralentiza tu ritmo. Observa el milagro de que las cosas ocurran: desde el amanecer hasta una cerveza con tapita en un chiringuito. Hay cierta magia las cosas que sucedan: alguien compra tu desayuno, alguien te lleva el café con tostadas, alguien prepara una mesa para que esté limpia y agradable… Da igual si se paga el aperitivo o si se trata de un regalo… ralentiza, observa, valora y agradece. Ayuda a que tu cerebro diga ‘stop’ al piloto automático y relaje su estado de reactividad y de alerta.
- Sueña. Aprovecha para reconectar con tu propósito, con tus fortalezas… Planifica con suavidad, visualiza cómo va a ser tu próxima temporada. Sin control, sin exigencia… porque si no, corremos el riesgo de caer otra vez en la voracidad de la actividad y la ejecución. Quizás puedas revisar tu ‘ikigai’, o dibujar tu ‘yo’ futuro, o, simplemente, sueña despierto. No te dejes influenciar por las restricciones del día a día y la sensación de “no llego a nada”. Sueña a lo grande y planifica con suavidad cómo vas a lograr esos cambios en tu vida que harán que consigas que tus sueños se cumplan.