Vivimos en un mundo en el que nos relacionamos con todo tipo de gente y a todos nos importa la impresión que causamos, tanto en el ámbito profesional como fuera de él. Sin embargo, estar demasiado pendiente de lo que otros opinan de ti puede alimentar inseguridades autolimitantes.
Muy pocas personas son inmunes a la opinión de terceros. Para bien o para mal éstas nos refuerzan, motivan o por el contrario, pueden frenarnos si no sabemos guardar un espacio propio de valores claros y sólidos.
Pero a veces, se dan situaciones en las que inconscientemente queremos agradar, o ponemos demasiada energía en ser súper héroes para acabar lidiando con todo lo que se nos pone por delante, corriendo el riesgo de desatender nuestras propias necesidades. ¿Te resulta familiar?
Cuando la búsqueda de aprobación se lleva al extremo nos volvemos dependientes y esto genera un estrés desproporcionado, ya que las verdaderas prioridades quedan al final de la lista. Volver a ser lo primero es el objetivo y la receta que te ayudará a reordenar tu esquema interior.
Es natural preocuparse por cómo se nos evalúa socialmente, en el trabajo, en núcleo de la pareja o en la familia, venimos así de serie y resulta un auténtico desafío romper patrones que suelen crearse durante la infancia.
Quizá esto te genere la duda ¿es posible transformar una tendencia que está arraigada desde que somos pequeños? La respuesta es sí. Aquí van algunos consejos que te ayudarán a hacer un cambio de enfoque.
Acepta y confía
Para comenzar a soltar el control que las opiniones de otros ejercen sobre ti, es básico aceptar que opinar es algo normal en el ser humano, tú también lo haces. Darte cuenta de ello puede ayudarte a dejar de lado la fijación en los demás.
También te propongo un ejercicio interesante. Escribe en una lista todas las cualidades que destacarías de ti, qué te gustaría mejorar y qué te gustaría dejar atrás. Marcarte objetivos es una manera muy efectiva de centrar la atención en ti mismo y fortalecer la confianza.
No le des muchas vueltas
A veces hacemos las cosas más grandes de lo que son en realidad. Cuando te preocupa lo que alguien piensa de ti y empiezas a rumiarlo en la cabeza, la situación se sobre dimensiona y es fácil malinterpretarla creando un foco de estrés que en realidad no existe.
Esto se acentúa en la era tecnológica, donde se cae en el error de esperar respuesta inmediatas en todo y cuando eso no ocurre, se sacan conclusiones precipitadas y con frecuencia negativas.
¡Para la rueda! Cada individuo tiene sus propias circunstancias, una agenda apretada, estar de viaje o simplemente unos hábitos de comunicación distintos a los tuyos. Tenerlo presente es un buen comienzo para dejar de obsesionarse.
No hay que gustar a todo el mundo
Ser rechazado o recibir una opinión negativa sobre nuestro trabajo nunca es agradable, pero en paralelo puede ayudar a afianzar nuestro criterio. Conviene detenerse a reflexionar sobre lo que significa para ti lo que estás haciendo y hasta qué punto estás de acuerdo o no con esa valoración. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
Lo cierto es que lo que haces, opinas o sientes no necesita la aprobación de nadie más que de ti mismo. Habrá ocasiones en las que el feedback sea constructivo y te ayude y otras en las que, incluso siendo aparentemente negativo, solo validará que estás en el camino correcto.
No tengas miedo a dar crédito a tus opiniones, enfoques y actos. Lo que funciona para ti no tiene por qué funcionarle a otros y es perfecto que así sea.
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