Querer ser productivos es un objetivo común en muchos profesionales, pero con ello nos exponemos al peligro de renunciar a nuestro bienestar. A todos nos suena haber sacrificado planes o actividades por dar prioridad al trabajo, la pregunta que habría que hacerse es, ¿a medio plazo, esas decisiones resultaron realmente productivas?
Aunque todos tenemos bastante clara la teoría seguimos incurriendo en hábitos que, lejos de mejorar la productividad, nos llevan al agotamiento mental y a la desmotivación. Repasemos algunos de ellos y veamos cómo podemos mejorar.
Listas de tareas poco realistas
Escribir listas nos ayuda a poner orden y a recordar cosas cuando estamos estresados. Esto es fructífero siempre que estén estructuradas desde las prioridades, si se limitan a enumerar sin ton ni son todo lo que tienes pendiente y comienzas a atenderlas sobre la marcha, probablemente consumas más tiempo y lo importante se diluya frente a lo que es urgente.
Crear tu propia metodología es fundamental. Intenta hacer dos listas, una que refleje las tareas de baja prioridad y otra las de alta prioridad. Después, ordénalas entre estimulantes y pesadas, para determinar en qué puedes delegar y qué te llevará más tiempo para poder organizarte respetando tus horarios y manteniendo un buen ritmo durante toda la jornada.
Comer en el puesto de trabajo
¿Comes con frecuencia delante del ordenador? Cuando hay poco tiempo y el trabajo se acumula, comer algo rápido en el escritorio parece una buena solución para rascar minutos al día; hay quien incluso se salta el almuerzo. Este hábito, aunque parezca práctico, en realidad resta energía y se traduce en falta de productividad posteriormente. Hacer descansos es fundamental para mantener la concentración y una buena alimentación es la base que necesita todo cerebro para rendir adecuadamente.
Convierte la comida en una prioridad y aprovecha para descansar la vista de la pantalla. Y si comes en tu puesto haz el ejercicio consciente de cerrar el ordenador, silenciar el móvil y tomarte ese tiempo para ti, tu mente lo agradecerá.
Exceso de perfeccionismo
¿Sueles sentirte desanimado si no cumples todos tus objetivos al final del día? Tener una o dos tareas pendientes puede ser una señal de que estás priorizando con éxito, aunque eso te genere frustración.
Seamos realistas, siempre quedará algo incompleto. La mayor parte del trabajo es un on going, una tarea completada nos lleva a la siguiente y, aunque haya plazos de entrega para ciertas cosas, debemos aprender a lidiar con lo que se van colando durante el día, llamadas o reuniones más largas de lo habitual, correos bomba, nuevas propuestas…
Te animo a cultivar la paciencia, a dejar de fustigarte y a evitar diálogos tóxicos cuando no llegas a todo.
Existe una estrecha relación entre productividad y bienestar. Mejorando nuestros hábitos en el trabajo mejoramos nuestro rendimiento sin quemarnos por el camino.
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