El ambiente laboral, en muchas ocasiones, supone un alto porcentaje en el éxito o fracaso de una empresa, sea cual sea su nicho de actuación. Una buena sintonía entre empleados, altos cargos, colaboradores… suele conllevar al éxito, tanto empresarial como personal de los propios trabajadores. Por contra, una dinámica negativa acarrea fracasos y decepciones que, en ocasiones, resultan fatales para el negocio. Es por ello que, cada vez más, las compañías ponen interés en tener una buena atmófera laboral.
Es complicado que todo el equipo esté en sintonía. Todos somos diferentes y, al final, es una evidencia que no todo es de color de rosa. Pero si realmente hay algo que puede suponer el fin del buen ambiente laboral son las malas costumbres de ciertos empleados. Causan malestar, molestia, conflictos… Es por ello que debemos evitar ciertas prácticas que nos pueden llevar a tener una bronca innecesaria. En ‘The New York Post’ relatan algunas de ellas:
– Acaparar el baño por razones sociales: ocurre a menudo que los trabajadores usan el baño para algo usar el móvil o bucear en las redes sociales. Más allá de las necesidades imperativas, es algo que molesta a los que verdaderamente necesitan usar el aseo.
– Cuidado con el teléfono: es de muy mala educación usar el teléfono móvil mientras estamos en una reunión o incluso en una mera conversación con nuestros compañeros. Este hecho denota desgana por la charla y falta de interés en el asunto en cuestión.
– Ojo con los cuchicheos: quizá una de las peores prácticas que se pueden dar en las empresas. El hablar a las espaldas y a escondidas de ciertas personas puede resultar fatal para el entorno laboral. Y ya no por la gravedaz de las declaraciones sino por el hecho de andar ocultando cosas a los compañeros.
– Nuestra ‘imagen laboral’: es necesario cuidar nuestra apariencia para no acabar resultando ser molestos para nuestros compañeros. El mal olor o un aspecto físico descuidado puede ser contrario a nuestros intereses y podemos acabar por incomodar a nuestra oficina.
– El desorden: sobre todo cuando trabajamos en oficinas con mesas colectivas. Al final no disponemos de un despacho privado y tenemos que tener en cuenta al resto de las personas que trabajan con nosotros. Así pues, papeles, botellas, basura… todo bien recogido y limpio. Y ojo también con nuestras pertenencias: el abrigo, el maletín… siendo ordenados seremos respetuosos.
– Fingir en busca de un trato preferente: al final… te acaban pillando. De nada vale mentir en el trabajo para lograr un objetivo. Si no tenemos muchísimo cuidado, nos acabarán por descubrir y crearemos un conflicto con los compañeros.
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