Una mayoría de los empleados de la administración general del Estado en toda España –colectivo de 230.000 personas, una vez excluidos los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad- podrán desarrollar, si lo desean, parte de sus tareas laborales en casa mediante el uso de medios telemáticos. El Ministerio de Administraciones Públicas ha preparado un borrador de real decreto, remitido al Consejo Económico y Social y ya en negociación con los representantes sindicales, por el que se regula el régimen de tele-trabajo de los funcionarios.
Con carácter voluntario y cobrando lo mismo, las tareas de determinados puestos –cuyo desempeño no requiere la presencia física constante en el lugar de trabajo- podrán llevarse a cabo en el domicilio hasta abarcar un 40% de la jornada semanal.
A los trabajadores que opten por este sistema –siempre por un periodo determinado- se les exigirá una antigüedad de dos años y conocimientos de informática para usuarios. Los seleccionados realizarán con carácter previo un curso de formación sobre tele-trabajo y se les proporcionarán los medios telemáticos (equipo, líneas de comunicación) a la vez que tendrán financiados los costes de mantenimiento y uso.
Dolores Carrión, subsecretaria del Ministerio de Administraciones Públicas, explica que el objetivo perseguido es la conciliación de la vida laboral, familiar y personal. “En ningún caso se pretende hacer uso de esta fórmula para deslocalizar centros de trabajo u oficinas administrativas”, precisa.
Anualmente sacará cada Ministerio un programa con las plazas ‘teletrabajables’, que pueden abarcar la mayor parte de los puestos salvo los directivos y los de asistencia personal al público. Carrión calcula que el proyecto alcanza hasta un 80% del total de empleos, porque la proporción de trabajo que la administración realiza “de puertas adentro” es elevada, y hay muchas personas que pueden rotar en diferentes puestos.
Precisa, además, que se ha intentado ir “un poco más allá”, porque ya no se trata sólo de conciliar la vida laboral con las necesidades domésticas como el cuidado de niños o mayores a cargo. La flexibilidad horaria contribuye a que los trabajadores puedan hacer otros planes, ya sean educativos, de ocio o voluntariado. “Nos gustaría que la administración del Estado fuera un modelo de referencia para las empresas y, si queremos disponer de los mejores profesionales, algo tendremos que hacer para hacer más atractiva nuestra oferta de trabajo”, añade Carrión.
Insiste en que el funcionario no se aísla, sino que mantiene a la vez el entorno laboral y el contacto con los ciudadanos al tener que acudir a su puesto al menos un 60% del tiempo. Y el funcionamiento de la administración no se resentirá con este proyecto, asegura la subsecretaria, porque los responsables de los puestos ‘teletrabajables’ fijarán objetivos y controlarán las tareas. Después se llevará a cabo una evaluación del grado de cumplimiento.
Siempre voluntario
El real decreto regulador del tele-trabajo se ha preparado a la vista de los resultados de las encuestas –a un 80% de los trabajadores españoles le gustaría disfrutar de flexibilidad en sus jornadas- y de dos experiencias piloto. En la primera, de tres meses, participaron 30 empleados y empleadas de este departamento y a la segunda, todavía en curso, se han incorporado 90 funcionarios.
Ardenia Sanz, casada, sin hijos, coordinadora de área en el gabinete de la subsecretaría del Ministerio de Administraciones Públicas y funcionaria desde hace 25 años, participa en estas pruebas. Ahora mismo realiza en casa una parte de su jornada laboral, concentrada en uno o dos días de la semana. “Mi jefe me marca las tareas y supervisa el trabajo”, explica.
Sanz está satisfecha y cree que el tele-trabajo le compensa, aunque insiste en que debe ser voluntario y temporal. Destaca, entre las ventajas, la autonomía de que disfruta para organizarse la vida. “Ahorras en desplazamientos, y nadie te controla a que horas haces las tareas –dice-, de manera que puedes aprovechar mucho mejor tu tiempo”.
Recuerda, entre los inconvenientes, el recelo que inicialmente mostraron algunos de sus compañeros. “Es como cuando te vas en viaje de trabajo, que hay quien piensa que estás de vacaciones”, explica, para añadir que unos y otros lo han ido asumiendo.
Ardenia Sanz también reconoce que el tele-trabajo “hace que el Ministerio entre en tu casa, que tengas que hacerle un hueco, cuando en el desempeño normal lo dejas atrás nada más cerrar la puerta del despacho”. Por eso opina que “ni a todos les gusta, ni quizás deba ser una fórmula permanente”.
Rechaza, sin embargo, la idea de que trabajar en casa sea aplicable a pocos funcionarios. “La persona que se ocupa de las mudanzas en el Ministerio participó en una prueba piloto y no hubo ningún problema; las nuevas tecnologías le permitieron hacer muchas tareas en su domicilio, pese a que en el MAP nos movemos mucho”, menciona, a modo de ejemplo.
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