La escalada arancelaria entre EE. UU. y Europa ya se deja sentir en la economía española. Las primeras previsiones ya hablan de una posible reducción del PIB que oscilaría entre el 0,2% y el 3%, y de un repunte del IPC de hasta el 0,5% como consecuencia del encarecimiento de las importaciones y las materias primas
Según los últimos análisis sobre el impacto de las nuevas políticas comerciales y sus efectos sobre la retribución, los salarios en España evolucionarán de forma muy desigual en función del sector, la exposición al comercio internacional y el tipo de perfil profesional. Mientras algunas industrias preparan ajustes o congelaciones salariales, otras se ven obligadas a elevar su propuesta retributiva para atraer talento escaso en áreas estratégicas.
El impacto más inmediato será la actualización de los salarios en aquellas empresas cuyos convenios o políticas internas estén indexados al IPC.
Aunque el 0,5% puede parecer un ajuste moderado, hay que tener en cuenta el efecto acumulado de otros factores inflacionarios previos. Muchas compañías ya vienen aplicando subidas salariales por encima del 3% en determinados perfiles para retener talento.
Las previsiones apuntan hacia, por un lado, ajustes automáticos o negociados en sectores con fuerte presencia sindical; y, por otro lado, tensión entre costes salariales al alza y márgenes empresariales a la baja.
Variaciones sectoriales
Sectores como la automoción, el agroalimentario, la industria química o la maquinaria, con fuerte orientación exportadora, se enfrentan a un triple reto: caída de pedidos, presión sobre los márgenes y necesidad de contención salarial. Las empresas más afectadas —especialmente aquellas con exposición directa al mercado estadounidense— ya anticipan congelaciones retributivas, reducciones de jornada o incluso procesos de ajuste en plantilla.
Los sectores industriales tradicionales son los más expuestos. La automoción, por ejemplo, podría intensificar su proceso de ajuste ante la combinación de exceso de capacidad, transformación tecnológica y caída de exportaciones. Algo similar sucede con la metalurgia y parte de la industria manufacturera.
Por el contrario, los sectores ligados a la reindustrialización europea y la soberanía estratégica —como la energía, la automatización o las tecnologías limpias— muestran una tendencia opuesta. Las empresas que operan en estas áreas ya están registrando dificultades para captar perfiles técnicos especializados y prevén incrementos retributivos superiores a la media en 2025.
A esto se suma la inflación, que podría repuntar hasta medio punto porcentual como consecuencia del encarecimiento de importaciones. En aquellas compañías con políticas salariales indexadas al IPC, se prevén actualizaciones automáticas o negociadas que presionarán aún más los márgenes empresariales.
«Estamos en un escenario con tres fuerzas simultáneas que impactan en las retribuciones: el ajuste inflacionario, la reconversión sectorial y la transformación estratégica de la economía», explica Josep Capell, CEO de CEINSA. «Las empresas deberán combinar prudencia con anticipación, adaptando sus políticas salariales a una realidad cambiante».
Oportunidades retributivas en sectores emergentes
En este contexto, los perfiles técnicos vinculados a la sostenibilidad, la energía, la digitalización industrial y la movilidad avanzada podrían ver aumentos salariales por encima del 3% en 2025. Ingenieros, técnicos de mantenimiento avanzado, especialistas en automatización o profesionales IT aplicados a procesos industriales serán especialmente demandados.
Esto coincide con el repunte previsto en la reindustrialización europea, que busca reforzar la autonomía tecnológica del continente y recolocar a España en las nuevas cadenas de valor globales.
Las organizaciones deberán revisar su estructura salarial con una doble mirada: defensiva en sectores en riesgo y ofensiva en áreas de oportunidad. La clave pasará por identificar puestos críticos, desarrollar políticas retributivas flexibles y garantizar la equidad interna, especialmente de cara a la entrada en vigor de la Directiva Europea sobre transparencia salarial.
Como señala Capell: «El momento de actuar es ahora. Cada decisión retributiva de 2025 y 2026 marcará el posicionamiento competitivo de las compañías en la nueva era económica que está emergiendo».