El síndrome del impostor, una sensación persistente de inseguridad y autocrítica que lleva a las personas a creer que no merecen sus logros, afecta a millones de profesionales en todo el mundo. Aunque no es reconocido como un trastorno psicológico formal, su impacto en la salud mental y el rendimiento laboral es significativo, y cada vez más empresas comienzan a tomarlo en serio.
¿Qué es el síndrome del impostor?
Este fenómeno, descrito por primera vez en 1978 por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes, se caracteriza por una sensación constante de «fraude» interno. Las personas que lo experimentan suelen atribuir sus éxitos a factores externos como la suerte o la ayuda de otros, minimizando su propio esfuerzo y capacidad. A menudo, estas personas viven con el temor constante de ser «descubiertas» como incompetentes, lo que genera un círculo vicioso de estrés, autoexigencia desmedida y la incapacidad de disfrutar plenamente de sus logros.
Impacto en el ámbito laboral
El síndrome del impostor puede manifestarse en todos los niveles de una organización, desde empleados junior hasta altos ejecutivos. Sus efectos incluyen baja autoestima, ansiedad, procrastinación o, paradójicamente, un perfeccionismo extremo que conduce al agotamiento.
Estudios recientes revelan que este síndrome afecta con mayor frecuencia a mujeres y minorías en el lugar de trabajo, en parte debido a presiones sociales y expectativas culturales. Sin embargo, cada vez más hombres y personas en roles de liderazgo también reportan experimentar estas sensaciones.
Cómo abordarlo
Reconocer y hablar abiertamente sobre el síndrome del impostor es un primer paso crucial para combatirlo. Muchas organizaciones están implementando programas de bienestar mental, mentorías y talleres para ayudar a sus empleados a superar esta barrera psicológica.
Los expertos recomiendan crear un ambiente de trabajo donde los logros sean celebrados y las personas se sientan valoradas por sus contribuciones y que los líderes compartan sus propias experiencias con el síndrome para normalizar el tema.
A nivel individual, los expertos sugieren prácticas como la autoafirmación, la creación de un registro de logros y la búsqueda de apoyo en redes de confianza. Reconocer tus fortalezas y aprender a aceptar los elogios son pasos pequeños pero transformadores.
El síndrome del impostor es un recordatorio de que, en un mundo cada vez más competitivo, las empresas deben priorizar no solo los resultados, sino también el bienestar emocional de sus equipos. Combatir este fenómeno no solo mejora la calidad de vida de los empleados, sino que también fomenta una cultura organizacional más sana y productiva.