El rol del CFO «Chief Financial Officer» o director financiero se encuentra en plena transformación, redefiniendo todas sus funciones en un entorno empresarial cada vez más dinámico y digital. Ante los desafíos actuales de la digitalización y la necesidad de adaptarse a nuevos modelos de negocio, el CFO ha dejado de ser solo un responsable de las finanzas para convertirse en un aliado estratégico clave en la toma de decisiones de las empresas, dando respuestas a nuevas necesidades, así como incorporando aquellas habilidades que faciliten el logro del objetivo.
Ante este contexto, Embat, la empresa fintech española especializada en la gestión de tesorería en tiempo real en la nube, ha utilizado la Pirámide Maslow, desarrollada por el psicólogo humanista estadounidense Abraham Maslow, para compararla con la figura del Director Financiero. Esta estructura organiza las necesidades humanas en cinco niveles, de lo básico a lo trascendental. Al aplicar este modelo al ámbito financiero, se establecen similitudes que permiten analizar la figura del CFO y su implicación y motivación respecto a la estrategia de la compañía y su propio rol en la misma.
Antonio Berga, cofundador de Embat, destaca: «El perfil del CFO está en un proceso de evolución constante. Tanto es así que su posición en el organigrama ha ido mutando hasta posicionarse como la mano derecha y relevo natural del CEO. Es por ello que su figura juega un rol fundamental en la transición o consolidación digital de cualquier compañía, además de en el proceso de expansión a nuevos mercados».
El primer nivel se refiere a las necesidades básicas, asociadas al trabajo del CFO, aquellas tareas tradicionales para el puesto que se le presuponen a cualquier profesional que desempeñe este cargo. Es la mínima expresión, las tareas que configuran el valor mínimo exigible, como lo pudieran ser las transacciones, la gestión de cobros y pagos o el control de la tesorería.
El segundo nivel de la pirámide trata de las necesidades de seguridad, los cimientos para aplicar las funciones anteriormente definidas. Aquí entraría la gestión del negocio y la gestión de los riesgos, así como la tecnología necesaria para llevar a cabo las actividades del área financiera.
El tercer nivel es el de las necesidades sociales, aquí es donde empiezan a cobrar importancia las soft skills. El CFO debe tejer sinergias y gestionar todas las áreas de la compañía de una manera transversal, en sintonía siempre con sus homólogos de otros departamentos. Además de contar con el perfil clásico de líder, con los conocimientos técnicos que eso conlleva, en los últimos años han ganado importancia factores que tienen que ver con la personalidad y empatía que pueda tener el Director Financiero para comunicar la estrategia y estado global de la empresa a sus trabajadores.
El cuarto nivel es denominado como las necesidades de reconocimiento. Dada la importancia del CFO en el organigrama de cualquier empresa, se le asume una función de liderazgo interna. No obstante, este nivel también se refiere al valor y relación que tiene con el entorno social que le rodea, lo que se conocen como los stakeholders (accionistas, empleados, clientes o proveedores).
En la cúspide de la pirámide están las necesidades de autorrealización, que implica el desarrollo y la búsqueda de su máximo potencial, desde un punto de vista personal y profesional, cumpliendo los objetivos de uno mismo y los de la compañía.
Pablo Escobar Fior, director financiero con más de 20 años de experiencia añade: «El CFO de hoy ya no es solo un gestor de números, sino un arquitecto de la estrategia empresarial y requiere también un conjunto sólido de habilidades de liderazgo. Es esta capacidad de inspirar y alinear a los diferentes departamentos la que realmente transforma su influencia en la estrategia empresarial».