28 de noviembre de 2024
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Cuidar el talento desde dentro: un reto y una necesidad

El talento es, sin duda, el motor de cualquier empresa. Hablar de cuidar el talento es hablar de crear experiencias que vayan más allá de “hacer sentir bien” a las personas. Se trata de construir una cultura en la que cada colaborador se sienta valorado y parte del propósito organizativo. No basta con buenas intenciones: la coherencia en cada paso es vital. Sin embargo, aunque entendemos la importancia de cuidar a las personas, muchas veces fallamos al traducir esa idea en acciones diarias. O bien creemos que lo que ya hacemos es suficiente, o bien no sabemos por dónde empezar.

Si algo me ha enseñado el tiempo en este sector es que el talento se cuida personalizando y, sobre todo, manteniendo la coherencia. Recuerdo el caso de una empresa que empezó a preocuparse seriamente por su “marca empleadora” al ver que su rotación estaba disparada. Empezaron por implementar encuestas de satisfacción y lanzar iniciativas de team building. Hasta aquí, muy bien, ¿no? Pero la realidad es que todo se quedaba en acciones aisladas, que no tenían impacto duradero. Faltaba algo esencial: una estrategia coherente. No se trataba solo de ofrecer beneficios o de escuchar a los empleados una vez al año; era necesario trabajar en profundidad la cultura, a todos los niveles.

Hoy en día, vemos que gestionar el talento ha pasado de ser un “retén” para que la gente se quede, a una estrategia para que las personas, el tiempo que estén en la empresa, puedan dar lo mejor de sí mismas y vivir una experiencia profesional de calidad. Aquí es donde entra en juego la personalización y, especialmente, la atención a los perfiles seniors. Porque sí, los jóvenes vienen con una energía enorme y nuevas ideas, pero los perfiles más veteranos aportan una solidez y experiencia que, muchas veces, actúan como ancla en equipos más jóvenes.

Otra cuestión fundamental: los mandos intermedios. Son los embajadores naturales de los valores y el propósito de la empresa en el día a día. Sin ellos, cualquier esfuerzo en gestión de personas se queda a medias. En una organización que conozco bien, se comenzó a trabajar con esta línea de mando para que ellos mismos se sintieran alineados y se convirtieran en referentes del cambio. Porque, al final, el talento se cuida desde cada acción, desde cada conversación que tienen los líderes con sus equipos.

No podemos limitarnos a hacer sesiones puntuales de escucha y esperar que eso construya una cultura sólida. La “escucha” debe ser algo constante, una forma de trabajo. Implementar una verdadera cultura de feedback es una de las maneras más efectivas para alinear toda la organización. En este sentido, Recursos Humanos ya no es el único responsable de la experiencia del empleado. Esta depende de todos y cada uno/a dentro de la empresa. Es un cambio de mentalidad, y eso, aunque cuesta, es lo que marca la diferencia.

En Montaner, trabajamos el “journey” del empleado con una estructura clara y cinco etapas fundamentales: selección, integración, desarrollo, promoción y desvinculación. Desde la primera entrevista hasta el último día, cada fase es importante y tiene un sentido de coherencia con los valores de la empresa. Personalizar cada paso de este journey y asegurarnos que las personas vivan esos valores es lo que nos diferencia. No se trata de un simple “adiós y hasta luego”, sino de que cada persona, durante su tiempo con nosotros, se sienta valorada y entienda cómo contribuye a los objetivos comunes.

Por último, un dato curioso: estudios recientes indican que, más del 61% de los españoles reconoce ser feliz en su trabajo, y, en concreto, las personas trabajadoras en la región de Navarra, mi comunidad, son las más felices en España. Y este hecho no es casualidad. Cada vez más empresas se dan cuenta de que los empleados son sus verdaderos embajadores y que cuidar de su bienestar y experiencia es clave para fortalecer esa “marca empleadora” que tanto buscan.

Así que, en definitiva, cuidar el talento no es solo crear una buena imagen externa; es dar pasos coherentes y constantes para construir una experiencia en la que cada persona pueda aportar y sentirse parte de algo más grande. Y eso, sin duda, es un reto. Pero si algo sabemos, es que vale la pena.

Autora: Geni Capdet, Socia directora de Montaner Navarra

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