El aumento de los accidentes laborales mortales es un problema que cobra cada vez más fuerza en nuestra sociedad. Según datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social, los accidentes laborales mortales han crecido un 9% respecto al mismo período del año anterior (435 frente a 399 accidentes de trabajo totales en el periodo de referencia), la mayoría asalariados (403 personas fallecidas con un incremento de casi un 14% respecto al periodo enero-julio 2023). Entre estos accidentes mortales, más del 81% transcurrieron durante la jornada de trabajo y casi 19% fueron accidentes in itinere (desplazamientos hacia o desde centros de trabajo), con un total de 82 víctimas mortales en dicho periodo, un 22,4% más con respecto a 2023.
En cuanto a diferenciación por sexos, una amplia mayoría de estos sucesos implicaron a hombres, 328 frente a 25 mujeres. Sin embargo, llama la atención que el número de accidentes en el que han fallecido mujeres se haya incrementado en más de un 56%. Por sectores, el de la construcción continúa estando a la cabeza, con un 18,9% del total de accidentes y un índice de incidencia de 0,834). Le sigue el sector industrial (13,6% del total con índice de incidencia de 0,353) y del sector agrario (7,13% del total con un I.I. del 0,621).
Respecto a las causas, si bien la mayoritaria fueron los infartos, derrames cerebrales y otras causas naturales derivadas del trabajo (34,7%), seguido de muertes por accidentes de seguridad (29,4%) y accidentes de tráfico (11,0%).
“Invertir en prevención y asegurar su cumplimiento es fundamental para prevenir incidentes y accidentes, donde estos pueden ir desde pequeñas lesiones, fracturas, hasta incluso la muerte. No debemos dejar la seguridad de los trabajadores en segundo plano ni ejercerla de manera reactiva mediante inspecciones. Estas inspecciones de seguridad son necesarias, pero no suficientes para proteger al trabajador”, ha declarado la Dra. Carolina García Mata, directora del Máster en prevención de Riesgos Laborales en UNIE Universidad, perteneciente a Planeta Formación y Universidades.
Con el fin de prevenir estos riesgos, García Mata nos da las siguientes claves:
- Configurar, desde su diseño, espacios de trabajo seguros evitando equipos o sustancias peligrosas, con protecciones colectivas como barreras y señalización donde y cuando sea necesario, y manteniendo siempre el orden y limpieza en todas las instalaciones.
- Adaptar el trabajo a la persona, no al revés, evaluando todos sus riesgos y estableciendo las medidas preventivas necesarias para evitarlos o mitigarlos mediante procedimientos para el trabajo seguro.
- Implementar protección colectiva como andamios, barandillas, barreras de protección acústica, señalización, vallado perimetral, extintores de incendios, etc., sin olvidar establecer equipos y planes de actuación ante emergencias.
- Proporcionar, de manera gratuita, los Equipos de Protección Individual (EPI’s) adecuados al puesto de trabajo y a las características del trabajador, como: casco, arnés, pantallas de soldadura, guantes contra riesgo eléctrico, máscaras de protección respiratoria, gafas de protección ocular, tapones o auriculares de protección auditiva, etc. Especialmente importante es asegurarse de que se utilicen y, además, de manera correcta.
- Establecer una cultura preventiva e informar a los trabajadores de todos los aspectos y los cambios que les afecten en materia de seguridad y salud, como equipos, herramientas, protocolos de trabajo, condiciones del ambiente de trabajo y organizativas. Estos deben tener siempre disponible un mecanismo de comunicación y consulta en materia preventiva dentro de la organización.