Seguro que te has preguntado más de una vez por tu cociente intelectual, pero ¿sabes cuál es tu cociente de inteligencia emocional? La importancia de la inteligencia emocional en cualquier aspecto vital es indudable. Sobre todo, en lo que se refiere a alcanzar una buena relación con quienes te rodean y mantener una actitud sana en tu día a día. Este concepto se popularizó gracias al psicólogo D. Coleman en los años noventa y hace referencia al conjunto de habilidades psicológicas que nos permiten gestionar nuestras propias emociones y comprender las de los demás.
¿Por qué debes potenciar tu inteligencia emocional?
Gran parte del día lo pasamos con personas con las que no hemos elegido estar, a las que no nos unen, en principio, intereses comunes. Quien elige a nuestros compañeros de trabajo es el departamento de RRHH. Los equipos los forman los jefes y te toca trabajar con gente más o menos afín a ti. Con nuestros compañeros se dan relaciones de tipo horizontal, de tú a tú, y con aquellos a los que reportamos más bien vertical. En todos los casos tenemos que sacar a relucir nuestra inteligencia emocional y lidiar con unos y otras para llevar a buen puerto tareas y responsabilidades que dependen del trabajo de un equipo.
En este sentido, mantener un talante positivo, abierto y tolerante ayuda a mejorar las relaciones que se generan en el lugar de trabajo. Esto no quiere decir que debas soportar una falta de respeto, pero sí a hacer trabajar a tu inteligencia emocional para poder expresarte sin caer en el victimismo y sin ponerte a la defensiva cuando alguien te hace un comentario que no te gusta.
La importancia de la inteligencia emocional en el trabajo
Para poder mantener una actitud correcta que te ayude a desarrollarte personal y profesionalmente, debes tener en cuenta ciertas premisas fundamentales.
Aprende a comunicarte
Debes saber cómo decir lo que te molesta sin ofender y con respeto, y a disculparte si piensas que te has pasado de la raya (independientemente de si eres jefe o empleado). Elige el mejor momento para decir las cosas. Observa cómo están los demás, cuál es su estado de ánimo y elige cómo debes dirigirte a ellos.
No dejes pasar las cosas
Háblalas con asertividad, siendo claro y amable. Si las decepciones o los disgustos se van acumulando puedes explotar el día menos esperado. En otras ocasiones, estos incidentes no tienen importancia y es más sabio dejarlos pasar. Cuenta hasta diez mientras te preguntas por las consecuencias que puede tener expresarte de una u otra manera.
Empatiza
Imagina por un segundo que eres tu interlocutor, ¿qué motivos tienes para decir o pedir lo que te solicitan?, ¿a qué presiones está sometido? Para empatizar es crucial que escuchemos con atención y demostrando interés. El canal de comunicación permanecerá abierto. Ponernos en el lugar del otro nos ayuda a comprender y valorar otros puntos de vista.
Mira las cosas desde arriba
Sitúate mentalmente en un plano superior, como si no te afectara y no estuvieras implicado. Desde ese lugar articula una solución. Tener una perspectiva alejada nos da una visión global. Cuando nos atrincheramos en nuestros motivos no vemos el resto del proceso. Además, la solución puede venir por un lado que ni habíamos imaginado.
Defiende tu trabajo
Ten claro por qué has hecho las cosas como las has hecho, sabiéndolas argumentar y justificar, pero también mantente abierto a las críticas constructivas que pueden mejorarlo. Aprende a diferenciar una crítica a tu trabajo con una crítica a tu persona.
Potencia la importancia de la inteligencia emocional en el trabajo como medida de salud laboral
La inteligencia emocional no resolverá todos los problemas de la empresa sobre actitudes y faltas de respeto, pero sí puede cambiar la tuya. Lleva las riendas de tus propias emociones y no permitas que un mal ambiente o una respuesta inapropiada te arruinen el día o afecten al desempeño de tus tareas.