La tecnología lo permite, muchos trabajadores lo reclaman y cada vez más empresas están dispuestas a facilitárselo. ¿De qué estamos hablando? De la posibilidad de que los empleados realicen parte o toda su jornada laboral en régimen de teletrabajo durante el verano.
Entre las ventajas de este sistema, destacan menores gastos por desplazamientos, descenso de los consumos energéticos en las sedes físicas y reducción de la huella ambiental derivada del negocio. Eso por la parte de la empresa, pero por la de los trabajadores también hay beneficios muy significativos, como mayor satisfacción, facilidad para conciliar o menor exposición a las altas temperaturas y a la contaminación atmosférica, entre otros muchos.
Pero que el teletrabajo veraniego cuente con numerosos pros no quiere decir que sea la solución ideal en todos los casos, ni que no encierre también peligros e inconvenientes. Es más, a veces, advierten desde WorkMeter, puede ser una golosina envenenada. “Por supuesto que nuestros empleados van a estar encantados de que se les permita trabajar algunos días desde casa o incluso desde su lugar habitual de descanso vacacional. Pero antes de lanzarse a implantar una medida como esta, conviene tener muy presentes algunos riesgos implícitos que, aunque pueden también ser aplicables a otros momentos del año, se acentúan durante el verano”, advierte Joan Pons, CEO de WorkMeter.
La compañía líder en herramientas tecnológicas de medición de productividad, registro de jornada, gestión el tiempo y gestión de proyectos ha identificado algunos de esos riesgos e inconvenientes, al tiempo que ofrece una serie de consejos para evitarlos y/o minimizarlos.
- Interrupciones familiares
Veneno: Los niños sin colegio y con ganas de piscina, hay que llevar al abuelo al médico, hace falta ir a comprar la carne de la barbacoa del sábado… En verano las interrupciones proliferan, y aunque se explique a los familiares que nosotros no estamos de vacaciones, es un mensaje que cuesta que cale ataviados con un bañador.
Antídoto: Insistir con la labor de “concienciación familiar” y marcar unos límites claros sobre nuestra disponibilidad. Contar con una habitación propia para teletrabajar también ayuda a evitar las interrupciones en una casa repleta de parientes ociosos.
- Calor extremo
Veneno: El aumento de las temperaturas puede hacer que descienda nuestro nivel de concentración, aumente la fatiga y baje nuestra productividad.
Antídoto: Concentrar la jornada en las primeras horas de la mañana y/o últimas de la tarde, evitar las franjas más calurosas, hidratarse, usar los sistemas de refrigeración a nuestro alcance, hacer breves pausas para refrescarse y (si tenemos esa posibilidad) ocasionalmente darnos un chapuzón rápido en la piscina.
- Home office
Veneno. Si el teletrabajo no lo realizamos en nuestra residencia habitual, existe el riesgo de que el lugar escogido no cumpla con los estándares mínimos de mobiliario, ergonomía o iluminación. También es frecuente que las redes de conectividad no sean tan potentes como las de nuestra casa y fallen.
Antídoto. Asegurarse de que contamos con una mesa y una silla que nos permitan trabajar cómodamente y manteniendo una buena postura corporal. Escoger un lugar bien iluminado, con espacio suficiente, sin ruidos y con una conexión adecuada a la red.
- Distracciones “ambientales”
Veneno: Somos humanos y el verano es un momento del año especialmente propicio para las actividades lúdicas. Un paseo por el campo, una visita a la playa o una caña en la terraza cercana son tentaciones reales y legítimas siempre que no nos roben productividad. Porque, conviene recordárnoslo a nosotros mismos, todavía no estamos de vacaciones.
Antídoto. Disciplina para marcarse unos objetivos diarios de tareas completadas y/o horas trabajadas. Y sistemas de medición como los de WorkMeter para tener una fotografía diaria y precisa de nuestros avances y/o retrocesos que nos ayude a fijar esas metas y no desviarnos ante posibles distracciones.
- Mala planificación
Veneno: La relajación propia del verano puede provocar que se despisten los calendarios, se obvien deadlines y se descuide la calidad de las entregas. Pero que la carga de trabajo descienda un tanto en verano no quiere decir que nos podamos permitir el lujo de desatender proyectos o producir un trabajo mediocre.
Antídoto. Hacer un seguimiento estricto de los trabajos, por ejemplo, a través de funcionalidades de gestión de proyectos. Revisar fechas y consensuar con compañeros y clientes cualquier modificación de lo acordado previamente para cumplir los plazos y no incurrir en gastos extras derivados de retrasos inesperados.
- Deficiente coordinación
Veneno: Cada vez más empresas pueden asumir que parte de su plantilla teletrabaje durante el verano. Pero muy pocas pueden dejar que lo haga toda su plantilla simultáneamente. Siempre debe quedar muy claro quién se queda en la sede física para atender posibles eventualidades.
Antídoto. Es imprescindible una supervisión y planificación muy clara por parte de los mandos acerca de los recursos, tanto humanos como técnicos, que son necesarios para este periodo del año. Ésta debe incluir el listado de las personas que se encuentran de vacaciones o teletrabajando en cada momento, y los nombres de los trabajadores que asumen las tareas de los compañeros ausentes.
- Elección de tareas y/o momentos
Veneno: No todas las tareas y trabajos son susceptibles de realizarse en régimen de teletrabajo. Se corre el riesgo que de que tratemos de realizar en modalidad remota tareas que nos resultarían mucho más sencillas desde la oficina, ya sea porque requieran de la participación de muchas personas y ésta sea difícil de gestionar por medios telemáticos, ya porque se necesiten equipos o recursos ubicados allí.
Antídoto. Discriminar muy bien previamente entre tareas “teletrabajables” y aquellas que requieren presencialidad, y tratar de aprovechar los días de oficina para concentrar estas últimas.
- Desconexión digital
Veneno: La ausencia de horarios fijos que marca la pauta del teletrabajo a veces provoca que los profesionales acaben trabajando más de la cuenta, con el riesgo que eso entraña para su salud, tanto física como mental. En el caso del verano, un cierto “remordimiento” por el hecho de estar trabajando cómodamente desde casa puede acrecentar ese sobreesfuerzo.
Antídoto: La empresa debe seguir una política estricta que salvaguarde el derecho a la desconexión de sus trabajadores, y que, incluso, exista una funcionalidad instalada en el ordenador del trabajador que desconecte el sistema interno a partir de un determinado momento del día.