El tabaquismo entre los jóvenes no sólo representa un desafío de salud física, sino también un grave problema de salud mental. A pesar de la disminución en el consumo de tabaco tradicional, la popularidad creciente de los cigarrillos electrónicos y el «vapeo» han introducido nuevos desafíos para el ámbito de la salud de los adolescentes. Además de los efectos ya conocidos que esta sustancia ocasiona, su consumo se asocia con un rendimiento académico más bajo y dificultades para manejar las emociones y el estrés.
Esta situación se ve potenciada por el hecho de que este grupo poblacional consume cada vez más contenido relacionado con el “humo digital». En otras palabras, contenidos sobre vapeadores, cigarrillos electrónicos y tabaco convencional compartidos a través de las redes sociales o a través de películas y series.
Nueve de cada diez jóvenes de 16 a 21 años están expuestos de forma habitual al llamado «humo digital», lo que duplica el riesgo de que consuman tabaco y derivados, y el 57% reconoce haberse sumado a la «moda» de fumar por haberlo visto en redes sociales, según un estudio realizado por la Asociación Española Contra el Cáncer. Y es que, a pesar de las numerosas campañas de concienciación, son varios los estudios que confirman que todavía se sigue teniendo una visión positiva del tabaco, en cuanto a que sus efectos nocivos se exageran, que ayuda en situaciones psicológicas complicadas como un pico de estrés o que ayuda a socializar.
Es por ello que en muchos países ya se están tomando medidas para limitar el acceso de los más jóvenes al tabaco: Irlanda elevará de 18 a 21 la edad legal para fumar, Reino Unido prohibirá la venta de tabaco y vapeadores a los nacidos desde 2009 y, en España, el Ministerio de Sanidad está preparando el borrador de la nueva ley del tabaco, que, entre otros objetivos, busca reducir por debajo del 20% la prevalencia del consumo de tabaco en jóvenes de entre 15 y 24 años y regular también el consumo del vaper.
«Los jóvenes fumadores a menudo muestran peores resultados académicos y dificultades en la concentración y la memoria. Esto puede perpetuar un ciclo de estrés y dependencia, ya que muchos recurren al tabaco para afrontar las dificultades emocionales, sin darse cuenta de que, en realidad, esto empeora aún más sus problemas de salud mental. Es fundamental abordar el tabaquismo juvenil siguiendo ciertas recomendaciones que no solo se enfoquen en los riesgos físicos, como el cáncer y las enfermedades pulmonares, sino que también tengan en cuenta los impactos profundos en la salud mental. Crear conciencia sobre estos efectos puede ser clave para disuadir a los jóvenes de iniciar o continuar con el hábito de fumar. En este sentido, es especialmente preocupante el papel de las redes sociales y los contenidos digitales en la promoción del vapeo y el tabaquismo entre los jóvenes», señala la Dra. Daniela Silva, Especialista en Medicina Interna y E-Health Medical Manager de Cigna Healthcare España.
Ante este panorama, y con motivo del Día Mundial Sin Tabaco (celebrado el 31 de mayo), los expertos de Cigna Healthcare han establecido una serie de recomendaciones a seguir para mitigar los efectos que el tabaquismo, fomentado a causa del humo digital, puede provocar en la salud mental de los jóvenes:
- Desconexión digital antes de dormir.Establecer una rutina de sueño que incluya la desconexión de dispositivos al menos una hora antes de dormir tiene, entre otros beneficios, la reducción del tiempo de exposición a contenidos que puedan promover el consumo de tabaco. Una alternativa es mantener los dispositivos fuera del dormitorio para promover un sueño de mejor calidad, o establecer un tiempo máximo del uso de determinadas aplicaciones.
- Establecer entornos de aprendizaje saludables. Los jóvenes fumadores tienden a tener un rendimiento académico más bajo. La dependencia de la nicotina puede afectar la capacidad de concentración y memoria, lo que repercute negativamente en el rendimiento escolar, y además puede alterar las vías neuronales involucradas en el aprendizaje y la memoria, dificultando la adquisición de nuevos conocimientos y habilidades. Para afrontar este problema, es esencial crear un entorno de estudio libre de distracciones digitales, con pausas regulares para reducir la fatiga ocular y mental.
- Prevención ante el desarrollo de adicciones. La facilidad de acceso y la percepción errónea de que el vapeo es menos dañino que el tabaquismo ha llevado a un aumento en la prevalencia de este hábito entre los jóvenes. Además, al igual que el tabaquismo, el vapeo también se asocia con mayores niveles de ansiedad y depresión. La nicotina en los dispositivos de vapeo puede causar dependencia y síntomas de abstinencia, similares a los observados en los fumadores de tabaco. Una exposición continua a la nicotina puede alterar los neurotransmisores en el cerebro, especialmente la dopamina y la serotonina, que son cruciales para la regulación del estado de ánimo. Para ello, es importante continuar sensibilizando acerca de los riesgos asociados al tabaquismo y promover actividades y programas saludables. Hacer un uso responsable de la tecnología que incluya limitar el contenido que pueda ser perjudicial, en este caso, imágenes o vídeos con humo digital, es clave para minimizar el riesgo de desarrollo de adicciones a una edad temprana.
- Desarrollo de autoestima y autocontrol. Como se ha observado a través de diferentes estudios, el problema no está solo en el tabaco convencional; la adicción también puede desarrollarse a través de los altos niveles de nicotina que algunos dispositivos de vapeo tienen, provocando comportamientos compulsivos y afectando negativamente las relaciones sociales y familiares de los jóvenes. Enseñar habilidades para resistir la presión de grupo y decir no al tabaco es un elemento esencial para que los jóvenes pierdan el miedo al rechazo social.