La transición de la «gran renuncia» al «gran agotamiento» refleja una evolución en las preocupaciones y desafíos que enfrentan los trabajadores hoy en día. En 2022, la incertidumbre económica y la percepción de la fragilidad de la vida llevaron a muchos trabajadores a cuestionar la satisfacción y el propósito en sus roles laborales, impulsándolos a buscar nuevas oportunidades que se alinearan mejor con sus valores y aspiraciones. Sin embargo, a medida que se fue dejando la pandemia atrás, ha aparecido un escenario totalmente distinto caracterizado por la desmotivación y el agotamiento de los empleados.
Actualmente, el 96% de los trabajadores en España afirma tener síndrome de burnout y el 60% se siente incapaz de desconectar del trabajo, tal y como refleja el estudio Cigna 360-Vitality. Asimismo, este informe destaca que la incidencia del estrés (83%) sigue estando en índices muy altos a nivel mundial. La sobrecarga de trabajo, combinada con la ansiedad y el estrés, están pasando factura a la salud mental de los trabajadores, surgiendo una sensación de agotamiento generalizada, lo que puede tener efectos significativos en la salud física y mental de los empleados, así como en su rendimiento laboral y satisfacción en el trabajo. Este fenómeno ha llevado a que, aunque los trabajadores sean conscientes de la importancia de desconectar y dedicar tiempo a actividades que disfruten después de la jornada laboral, algunos sean incapaces de hacerlo como consecuencia de la fatiga acumulada y la falta de energía. Esta situación contribuye a aumentar la sensación de desmotivación y cansancio, creando un ciclo negativo que afecta tanto al bienestar personal como al rendimiento laboral.
«Este cambio de paradigma ha puesto de relieve la importancia de crear entornos laborales que fomenten la salud mental, el equilibrio y el bienestar de los empleados, sentando las bases para una cultura laboral más saludable y sostenible en el futuro. Ahora más que nunca, las empresas están reconociendo la importancia de apoyar la salud mental de su personal. Se están implementando políticas y programas que priorizan el equilibrio entre el trabajo y la vida personal, así como el apoyo emocional y el autocuidado. Sin embargo, es importante no solo evaluar el agotamiento de los empleados, si no también su motivación, ya que no es lo mismo tener una alta carga de trabajo cuando se disfruta lo que se hace, que verse abrumado por tareas sin sentir ningún interés o satisfacción en realizarlas. La desmotivación puede conducir a un ciclo de estrés, desgaste y disminución del rendimiento.«, señala Amira Bueno, directora de Recursos Humanos de Cigna Healthcare España.
Ante este panorama, los expertos de Cigna Healthcare han analizado las causas por las que ha surgido este fenómeno de agotamiento colectivo:
- Una cantidad de trabajo desmesurada. La demanda excesiva de tareas y responsabilidades, junto con la exigencia de la inmediatez, puede llevar a una carga de trabajo abrumadora para los empleados. Si a esta sobrecarga laboral se le suma una falta de motivación, es más probable que se desarrolle estrés crónico, agotamiento emocional y físico, así como una disminución en la productividad y la calidad del trabajo. Para evitar esta situación, es fundamental que los empleados aprendan a priorizar tareas y establecer límites en cuanto a lo que se puede realizar en un día de trabajo. Para ello, se puede optar por la técnica de Eisenhower para la gestión del tiempo, que divide las tareas en importantes y urgentes, importantes pero no urgentes, urgentes pero no importantes y ni importantes ni urgentes. De esta forma, se consigue tener una visión global de lo que hay que hacer y evitar el cansancio a la hora de afrontar la jornada laboral. Además, a nivel empresarial, es fundamental que las compañías no solo aborden la cantidad de trabajo, sino también que promuevan un entorno que fomente el compromiso y la motivación intrínseca entre sus empleados.
- Incremento de los niveles de estrés y ansiedad. Factores como la incertidumbre económica, los cambios en el entorno laboral y la presión por cumplir con los objetivos han contribuido al aumento del estrés y la ansiedad entre los empleados. El estudio Cigna 360-Vitality indica que, en España, el 76% de los empleados se sienten estresados. Si esta situación se prolonga en el tiempo puede afectar negativamente la salud mental y física de los empleados, causando síntomas como fatiga, irritabilidad, problemas de sueño y dificultades de concentración. Es importante que las empresas implementen programas de bienestar que promuevan el manejo del estrés y la ansiedad, como sesiones de mindfulness, actividades de ejercicio físico o acceso a servicios de apoyo psicológico. Fomentar una cultura organizacional que priorice la comunicación abierta, el apoyo mutuo y la resolución efectiva de conflictos también puede ayudar a reducir los niveles de estrés en el lugar de trabajo.
- Dejar los recursos y el apoyo en segundo plano. Los empleados pueden experimentar agotamiento cuando no cuentan con los recursos necesarios, tanto materiales como emocionales, para enfrentar las demandas de su trabajo. La falta de apoyo puede generar sentimientos de desmotivación, soledad y desamparo entre los empleados, lo que contribuye al agotamiento y a un bajo compromiso con la organización. Para evitarlo, las empresas pueden mejorar el apoyo emocional y profesional ofreciendo programas de desarrollo personal y profesional, proporcionando acceso a recursos de salud mental, como asesoramiento y terapia, y fomentando la creación de redes de apoyo entre los empleados. Además, es fundamental que los líderes estén disponibles para escuchar las preocupaciones de los empleados y brindar orientación y retroalimentación constructiva cuando sea necesario.
- Estar constantemente en modo on. Actualmente, la sociedad se caracteriza por estar inmersa en la era de la inmediatez y la digitalización: los trabajadores están constantemente recibiendo correos, llamadas o mensajes que han de responder al momento, lo que ha llevado a aumentar la sensación de agobio y agotamiento. Esta sobrecarga de estímulos y de tareas hace que se cambie la atención constantemente, lo que crea una sensación de fatiga mental y sobrecarga. Además, las alertas y notificaciones que llegan al teléfono móvil al terminar la jornada laboral, complican todavía más la desconexión. Por ello, establecer límites digitales es clave para evitar la fatiga digital, promover una correcta desconexión laboral y mantener el equilibrio entre la vida profesional de la personal. Apagar o poner en modo «no molestar» el teléfono fuera del horario laboral permite relajarse y recargar energías sin distracciones constantes. Además, es fundamental establecer horarios específicos para revisar correos electrónicos y mensajes de trabajo.