Es normal que cuando uno lleva tiempo en una organización y toda su vida profesional se desarrolla en ese entorno, pierda un poco la perspectiva de lo que pasa en “el mundo exterior”.
Tendemos a adaptarnos al ecosistema organizativo en el que vivimos y adoptamos su lenguaje, sus criterios y hasta sus estilos de actuación. Dicho de otra manera, nos convertimos en organismos profesionales perfectamente adaptados al medio.
Es estrictamente adaptativo, porque es necesario para la supervivencia.
Lo mismo sucede con las organizaciones. Que tienden a percibir la realidad en la que conviven como la única válida y real. Que parecen aspirar a que sea el mercado y sus actores quienes se adapten a sus necesidades.
Pero claro, eso tiene también sus contrapartidas. Y una de las importantes es que se puede perder la perspectiva de cómo son las cosas “puertas afuera”.
Para ambos la realidad llega, muchas veces, en forma de proceso de selección.
Llega cuando, por el motivo que sea, el profesional perfectamente adaptado se queda en la calle.
Y llega cuando esa empresa que desconoce las tendencias del mercado necesita acudir a este en busca de profesionales que hagan posible su evolución.
Sucede, entonces, que encontramos magníficos profesionales en su área, con buenas experiencias y estupendas trayectorias. Perfiles cuya solidez nadie cuestiona. Pero profesionales desorientados y desconocedores de la realidad del mercado actual. Lo que muchas veces les lleva a equivocar su estrategia.
Y sucede, igualmente, que encontramos estupendas organizaciones con fabulosos productos y envidiables aspiraciones. Pero que desconocen la realidad del mercado actual y las demandas de los candidatos que quieren atraer. Y que por eso no siempre lo consiguen.
En Touch in Touch aseguran siempre que el proceso de atracción y búsqueda pivote sobre tres ejes. Todos igualmente importantes: el cliente, el candidato y nosotros mismos.
El cliente como generador de la necesidad. Como receptor de candidaturas válidas. Y como beneficiario de los frutos de todo el barrido de mercado realizado. Actuar como sus ojos y sus manos en el mercado lleva aparejado el traslado de toda la información de cómo son percibidos como potenciales empleadores.
El candidato como materia prima de exquisita calidad. Sea o no lo que ese cliente concreto busca en estos momentos. El candidato es receptor de nuestra orientación. Sobre la realidad del mercado, sobre la empleabilidad de su perfil y sobre cómo hacer más efectiva su búsqueda. Ambos requieren el mismo cuidado, la misma atención.
Aunque la batalla sea de 1 contra 100. La desigualdad es puramente coyuntural, no es una cuestión de valía.
Ambos, sean 1 o 100, son los principales vectores de nuestra actividad.