Las mujeres podemos liderar en todos los sectores. No es preciso que lo demostremos solo durante estas fechas con motivo del Día Internacional de la Mujer. Lo podemos comprobar a diario. Las mujeres estamos ejerciendo un modelo de liderazgo responsable, comprometido con la sostenibilidad y con la innovación aplicada transversalmente en la estrategia de crecimiento, así como palanca de generación de valor.
Así, podemos ver ejemplos de mujeres liderando con éxito compañías referentes en todo tipo de industrias, países y sociedades de nuestro alrededor. Todas ellas tienen sus propias características, aptitudes y cualidades profesionales y personales, pero también comparten ciertos rasgos.
Con carácter general, el liderazgo femenino tiende a ser más colaborativo y empático, se enfoca en el acompañamiento y en el espíritu de trabajo en equipo. Se ha demostrado que este modelo resulta muy eficiente para abordar los problemas de manera efectiva y encontrar nuevas formas de resolverlos, es decir, estimula el pensamiento divergente e innovador. Por ello, podemos afirmar que las culturas empresariales inclusivas desarrollan el talento, innovan con la tecnología y apuestan por el cambio.
También es clave reconocer los diferentes estilos de liderazgo que aportan las mujeres. Está demostrado que las organizaciones que tienen un equipo de liderazgo diverso, incluyendo mujeres en los grupos directivos con equidad y sin sesgo de género, se vuelven más eficientes y resilientes.
Sin embargo, en España aun nos queda mucho camino por recorrer, y eso lo podemos comprobar analizando nuestros resultados y mirando a nivel europeo e internacional. Diversos estudios e informes internacionales señalan que en España existe una importante brecha: ocupamos el sexto puesto en igualdad de género de la Unión Europea, con sólo un 6% de mujeres en posiciones de dirección general.
También se evidencia en esos estudios que la media europea de mujeres europeas graduadas en estudios de Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, conocidos como STEM por sus siglas en inglés, es del 32%; siendo España el país con peor cifra de la UE en este sector, con un 13% de graduadas.
Ante este panorama, es imprescindible reconocer la necesidad de estimular e incrementar la participación de las mujeres en las STEM. En la actualidad, sólo el 35% de los estudiantes matriculados en las carreras vinculadas a este sector en la educación superior son mujeres y únicamente el 3% de las estudiantes de educación superior realizan estudios TIC, según la UNESCO.
En el sector educativo, también resulta esencial fomentar un modelo de liderazgo inclusivo y diverso. La educación es un sector con una vocación de servicio y de perfil bajo, y esto ha invisibilizado la trayectoria de mujeres que han liderado la innovación educativa. Esta tendencia está empezando a cambiar: somos las propias mujeres las que hemos empezado a visibilizar nuestra aportación, a crear asociaciones gracias a nuestro networking y a entender el liderazgo compartido con el que todos y todas ganamos.
Asimismo, la presencia de mujeres líderes en el sector educativo español presenta importantes retos y desafíos que es necesario identificar. Entre estos desafíos podemos destacar los prejuicios de género, tales como que la mujer es más emocional o débil y esto le puede afectar a la hora de expresar sus opiniones con autoridad; o el conocido “síndrome de la impostora”, mujeres que no se creen estar preparadas para liderar proyectos de éxito o las todavía existentes barreras estructurales en algunas organizaciones donde falta implementar políticas de conciliación.
Por supuesto, debemos seguir enfrentándonos con la brecha y la discriminación salarial. Según datos de la ONU, la brecha salarial de género es del 20%, lo que significa que las mujeres trabajadoras ganan el 80% de lo que ganan los hombres.
En conclusión, debemos continuar apostando de forma decidida por el empoderamiento y liderazgo empresarial femenino como una medida imprescindible para alcanzar la plena igualdad de oportunidades y de derechos para las mujeres. Porque solo así podremos ayudarnos a creer en nosotras mismas, a fomentar el talento español en el sector educativo y tecnológico y así hacer realidad el poder transformador de nuestra sociedad.