El próximo 25 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer. Por undécimo año consecutivo, el Observatorio de la Vulnerabilidad de la Fundación Adecco, con la colaboración de 27 empresas, presenta el informe Violencia de género y empleo, con el objetivo de posicionar el empleo como activo esencial para la recuperación y normalización de la vida de las mujeres víctimas, incentivando la puesta en marcha de iniciativas para acelerar su inclusión laboral.
El presente análisis basa sus conclusiones en una encuesta a 350 mujeres desempleadas que están superando un proceso de violencia de género y buscan un trabajo para salir adelante, complementada con cifras de otras fuentes oficiales de referencia. En 2023, han aumentado un 11% En los últimos años se ha evidenciado un aumento en el nivel de concienciación y sensibilidad con respecto a la violencia de género. Los medios de comunicación y las redes sociales se han alzado como plataformas para denunciar casos que se han convertido en mediáticos, propiciando la irrupción de campañas de sensibilización, movimientos de empoderamiento, nuevas leyes y políticas para proteger a las víctimas e, incluso, cambios en las normas sociales que conducen a una mayor aceptación y apoyo para las mujeres víctimas de la violencia de género.
Esta creciente sensibilidad se ve reflejada en las cifras de denuncias por violencia de género, que han seguido una tendencia ascendente desde el punto de inflexión de la pandemia, cuando experimentaron un gran descenso debido a las dificultades de las mujeres para pedir ayuda y visibilizar su situación en el contexto Covid-19. Así, en 2022 se alcanzó el máximo histórico en el número de denuncias por violencia de género. En concreto, se interpusieron 182.065, un 12% más que el año anterior y un 20,7% más que en 2020. Esta tendencia ascendente sigue presente en lo que llevamos de 2023 (datos primer trimestre), cuando se ha registrado un incremento del 11% con respecto al mismo periodo del año anterior.
Por Comunidades Autónomas, Navarra (56,5%), Extremadura (33,4%) y Castilla y León (25,6%) son las regiones donde se han registrado los mayores incrementos de denuncias por violencia de género.
En general, se observa que en periodos de crisis o de recesión económica las denuncias tienden a contraerse, como sucedió en el año de la pandemia o en 2013 -punto álgido de la Gran Recesión-. Por otra parte, en etapas más prósperas o de recuperación económica, las denuncias tienden a aumentar, debido a una mayor confianza de las mujeres a la hora de visibilizar su situación, sintiéndose más capaces de salir adelante por sí mismas. En el año 2022, habiéndose superado lo más duro de la crisis sanitaria y del distanciamiento social, las denuncias experimentaron un notable crecimiento que, de hecho, representa un máximo histórico.
La violencia de género es una lacra social que puede afectar a todas las mujeres; sin embargo, existen condicionantes que pueden alargar el proceso y dificultar aún más la situación de las víctimas. Uno de ellos es sin duda el desempleo, una circunstancia que desprovee a las mujeres de recursos económicos e independencia, experimentando además una merma de su círculo social y autoestima.
Los resultados del presente informe arrojan una impactante cifra: la violencia de género aleja del empleo a 7 de cada 10 mujeres. Así, y preguntadas por su situación y expectativas laborales en el momento de sufrir la violencia, el 70% responde que dicha violencia mermó sus oportunidades laborales, ya sea porque querían buscar empleo, pero no se sentían con la seguridad y/o confianza suficientes (65% de los casos) o porque, teniendo trabajo, se vieron forzadas a dejarlo por la presión ejercida por su pareja (35%). En el primer caso, es significativo cómo la violencia de género puede erosionar la autoestima de una mujer, haciéndola sentir incapaz o no cualificada para el mundo laboral. En el segundo caso, las mujeres encuestadas afirman que su agresor ejerció un severo control sobre ellas, a través de amenazas, manipulaciones e incluso violencia física, forzándolas a dejar su trabajo, con el resultado de un mayor aislamiento social de la víctima y un refuerzo de la posición de poder de la persona agresora.
Un desempleo de larga duración que urge combatir
Las 350 mujeres que han participado en esta encuesta están superando hoy un difícil proceso de violencia de género y buscan un empleo para reconducir sus vidas. Sin embargo, no está resultando tarea sencilla, ya que más de la mitad (55,5%) lleva más de un año en situación de desempleo.
Entre los principales obstáculos o barreras que encuentran en este camino, destacan la inseguridad y la autoestima (65%), el temor a ser localizadas por la persona agresora en el puesto de trabajo (44%), la incompatibilidad de horarios para hacer frente a sus responsabilidades familiares (33%), la ausencia de medios digitales para buscar trabajo (30%) y el desconocimiento a la hora de definir una estrategia de búsqueda de empleo (21%).
“La empleabilidad de las mujeres víctimas de la violencia de género merece una atención urgente por parte de todos los actores sociales, siendo el primer paso ofrecerles el acompañamiento necesario para devolverles la confianza, la autoestima y la capacidad para retomar el control de sus vidas. En este proceso, resulta fundamental diseñar un itinerario de empleo personalizado, incidiendo en la formación en los sectores emergentes y en el apoyo psicológico para su recuperación emocional. Asimismo, la sensibilización y la flexibilidad laboral son claves para que las mujeres víctimas puedan desarrollar una carrera profesional con garantías”- destaca Begoña Bravo, responsable del plan de inclusión de la Fundación Adecco.
Mayor exposición a la pobreza: dificultades para llegar a fin de mes y trabajo irregular
Como se ha destacado en el epígrafe anterior, el desempleo de larga duración acompaña a más de la mitad de las mujeres víctimas en búsqueda activa de trabajo. Esta situación las expone de forma más acusada a la pobreza y al riesgo de exclusión, como así arrojan las cifras del presente análisis.
En concreto, la gran mayoría (97,3%) manifiesta algún grado de dificultad para llegar a fin de mes (un 68,4% termina la mensualidad “con mucha dificultad” y un 28,9% lo hace “con dificultad”).
En este sentido, un 64,2% se plantea trabajar de forma irregular, sin estar dada de alta en la Seguridad Social, debido a la urgencia de ingresos para cubrir gastos esenciales.
“Muchas mujeres víctimas de la violencia de género afrontan barreras significativas para acceder a empleos formales debido a la falta de contactos, experiencia o habilidades para conectar con el actual mercado de trabajo. Además, en algunos casos, pueden no ser plenamente conscientes de sus derechos laborales o de las implicaciones de trabajar de forma irregular. Por todo ello, es prioritario acompañar, asesorar y apoyar a las mujeres víctimas en su búsqueda activa de empleo para que no caigan en la precariedad y en la desprotección, a través de un empleo digno, justo y adecuado a sus necesidades”- declara Begoña Bravo.
Casi tres cuartas partes no comunica su situación en las entrevistas de trabajo
A pesar del creciente nivel de concienciación y compromiso con respecto a la violencia de género, siguen persistiendo estereotipos sobre víctimas y agresores que dificultan la erradicación del problema y se trasladan al ámbito laboral, convirtiéndose en barreras de acceso al empleo.
En ocasiones, la condición de víctima de violencia de género se asocia erróneamente a determinados rasgos de la personalidad, creando una burbuja de desinformación que puede frenar su contratación. La existencia de estos estereotipos se ve reflejada en los datos de la encuesta: un 72,7% de las mujeres prefiere no revelar su situación en las entrevistas de trabajo, ante el temor a ser descartada debido a prejuicios que asocian a las mujeres víctimas con “personalidades inseguras”, “conflictivas” o “absentistas”. El 27,3% restante sí lo comunica, al considerarlo necesario para su seguridad.
“Urge derribar estos anacrónicos estereotipos que no se corresponden en absoluto con la realidad.
La experiencia que tenemos en la Fundación Adecco es de mujeres conscientes de que el empleo es el gran recurso para salir adelante, la herramienta que les va a proporcionar autoestima e independencia económica, además de ampliar su red de contactos. Por ello, su fidelidad y compromiso con el proyecto empresarial acostumbran a ser dobles. Además, se trata de personas que han desarrollado una serie habilidades emocionales, como la empatía, que se convierten en grandes fortalezas cuando se trasladan al ámbito empresarial. En este sentido, es necesario acelerar y normalizar la presencia de las mujeres víctimas en las empresas, ayudando así a hacer efectiva su protección integral”- destaca Begoña Bravo, responsable del plan de Inclusión de la Fundación Adecco.
En la misma línea, la experta añade: “Es completamente desacertado atribuir a estas mujeres unas características o personalidad concreta: las situaciones de violencia de género nunca son ocasionadas por la forma de ser de la víctima, sino siempre por el comportamiento y decisión del agresor, y prueba de ello es que no existe un perfil de mujer víctima de violencia de género, sino que cualquier mujer puede sufrirla. En lugar de caer en el estigma, es preciso brindarles todo nuestro apoyo, siendo el empleo uno de los elementos por excelencia para que puedan reconducir sus vidas y salir adelante”.