Ver, oír, oler, degustar y sentir. A través de estas cinco capacidades, el ser humano entra en contacto, percibe y procesa la información que le llega del exterior, permitiéndole interactuar con el entorno y apreciar todo aquello que le rodea. Herramientas indispensables en nuestro desarrollo vital.
Cruciales resultan, en el campo empresarial, los “cinco sentidos” que debe tener un buen profesional, en este caso el agente inmobiliario. Según indica Antonio Ortiz, director general de SAFTI España, Red de Asesores Inmobiliarios Independientes, «en un plano metafórico, se puede establecer un paralelismo entre estas herramientas de percepción innatas del ser humano y los cinco sentidos que, de ser aplicados, aportan a un profesional del sector inmobiliario valiosas claves para su desempeño diario, y que le destacarán como un gestor hábil satisfaciendo las necesidades de sus clientes».
De esta forma, con respecto a la visión, en un sentido amplio, Antonio Ortiz explica que «el agente inmobiliario ha de tener una amplia panorámica acerca de los objetivos globales de su empresa, así como de sus servicios profesionales, de las necesidades de sus clientes y de su papel como intermediario cualificado en el proceso de compra, venta o alquiler, con una amplia visión y perspectiva de su cometido».
Igualmente cobra especial relevancia el sentido auditivo. En el ámbito de empresarial, la importancia de la escucha se resume en una afirmación contundente, sea cual sea el motivo, si el agente no escucha con atención perderá oportunidades de negocio, con el consiguiente perjuicio para la inmobiliaria. Por lo tanto, como indica Ortiz «hay que saber escuchar, para saber vender».
¿Y qué decir del sentido del olfato? según el directivo de SAFTI «el agente inmobiliario debe poseer olfato, para percibir una ocasión de venta favorable o desfavorable si es el caso, con lo que se retirará en su debido momento, evitando pérdidas de tiempo innecesarias. Y olfato para descubrir cuáles son las necesidades reales de sus clientes y para saber adecuar las ventajas de su servicio a las mismas».
Por lo que se refiere al sentido del gusto, el profesional del sector inmobiliario ha de tener “gusto por su profesión”; es decir, debe sentirla y valorarla como una opción laboral satisfactoria y capaz de brindarle pleno desarrollo profesional y personal. «El agente en muchos casos, nace, pero también se hace; por ello, es necesario que la persona que desee trabajar en el ámbito inmobiliario sea consciente de que se trata de una actividad seria y digna del mayor respeto, que requiere cada día mayor formación. Debe estar dispuesta a progresar a medio y largo plazo en una profesión que, aún no estando exenta de algún que otro sinsabor, sin duda aporta grandes momentos de satisfacción si es ejercida con profesionalidad».
El director general de SAFTI concluye con el último de los cinco sentidos: el tacto, entendido, en el ámbito comercial, como tacto hacia el cliente. Atrás quedaron los tiempos en que algunos se mostraban poco escrupulosos y se valían de diferentes ardides con tal de vender un piso, perjudicando así a una gran mayoría de profesionales honestos. Actualmente, se sabe y se valora que el objetivo de su trabajo ha de ser la satisfacción del cliente. Este constituye el epicentro de la relación comercial, y a él hay que aportarle soluciones. «Aunque puede parecer obvio», afirma Antonio Ortiz, «todavía hoy hay compañías que no aplican de forma efectiva este principio. Tener esta máxima constituye el único modo de establecer una relación comercial duradera y mutuamente satisfactoria con un cliente, siendo la base de pervivencia de las inmobiliarias».