El Consejo Económico y Social (CES) advirtió hoy de que el envejecimiento de la población española comenzó a hacerse más visible en 2005, dada la incorporación al sistema público de pensiones de las primeras generaciones nacidas después de la Guerra Civil, y alertó de que la cuantía de las nuevas pensiones casi duplica a la de las bajas.
En la ‘Memoria socieconómica y laboral de España de 200’, aprobada hoy por el pleno del CES por práctica unanimidad, el organismo indica que, junto al «decisivo impacto» del envejecimiento en el sistema público de pensiones, la mejora de la acción protectora –en especial de la compatibilidad del SOVI con otras pensiones– también ha contribuido al repunte de las pensiones de jubilación y al aumento de las situaciones de incapacidad permanente.
Pese a este aumento, indica que la relación entre afiliados y pensionistas sigue siendo «favorable», aunque insiste en que es preciso «no perder de vista» la relación entre las cuantías de las bajas y las nuevas altas de pensiones.
En materia laboral, apunta que los principales indicadores del mercado de trabajo prosiguieron en 2005 su trayectoria de «mejora sostenida», con un crecimiento del empleo y una reducción del paro mayores que en la UE, gracias al más elevado ritmo de crecimiento del PIB español, aunque destaca la elevada tasa de temporalidad.
El CES añade que la inmigración ha cambiado «radicalmente» el panorama del mercado de trabajo en el último quinquenio, dada la incorporación de extranjeros. En concreto, indica que más del 54% de los varones extranjeros trabajan en la construcción, la hostelería y la agricultura, y más del 56% de las mujeres inmigrantes son empleadas del hogar o de la hostelería.
INMIGRACION Y TEMPORALIDAD.
Estos datos, concluye el organismo, ponen de manifiesto que el nuevo avance de la temporalidad ha coincidido, en buena medida, con el aumento de la inmigración. «La combinación de la temporalidad como condición de entrada en el mercado y el carácter más dinámico de la creación de empleo en varias actividades en la que la población inmigrante está especializada indican que hay una asociación entre la inmigración y el repunte de la temporalidad», reitera.
Asimismo, el CES señala que los despidos colectivos experimentaron un repunte del 10% en 2005, con más de 34.000 trabajadores afectados, y atribuye este aumento a las deslocalizaciones en sectores como el automóvil y el textil.
«Ello trasluce que la irrupción de fuertes competidores internacionales no ha encontrado en España respuestas capaces de reestructurar, para crecer, actividades con importante peso en la estructura industrial española», subraya.
En materia macroeconómica, el CES destaca que la economía española siguió mostrando en 2005 un «gran dinamismo» y registró una tasa de crecimiento superior a la media europea, tras crecer un 3,4%. Todo ello, destaca, en un contexto de «importante» creación de empleo, elevadas tasas de inversión y estabilidad presupuestaria.
DEBILIDADES DEL PATRÓN DE CRECIMIENTO.
Pese a esta evolución favorable, advierte de que el patrón de crecimiento presenta «algunas debilidades». Por un lado, indica que el dinamismo del empleo está asociado a la fortaleza creciente de sectores intensivos en mano de obra «poco cualificada», como la construcción y los servicios, y por otro, la «gran fortaleza» relativa de la demanda interna «sesgada» hacia el consumo privado se apoya en un «creciente endeudamiento».
Además, subraya que la «debilidad» de las exportaciones y la «falta de dinamismo» del sector industrial evidencia una «insuficiente competitividad» estructural de la economía española, que se manifiesta en «serias carencias» en comparación con la UE, tanto en materia de inversión en I+D como en penetración de nuevas tecnologías o formación profesional.
MAS CRECIMIENTO CON «DEGRADACION AMBIENTAL».
El CES denuncia también que el crecimiento económico en los últimos años ha llevado a una «utilización intensiva» de los recursos naturales, especialmente de la energía y el territorio, lo que está provocando una «degradación ambiental» que puede ser persistente en algunos casos. Por ello, afirma que es fundamental reconducir ciertas pautas para alcanzar un desarrollo más sostenible.
En esta misma línea, indica que la favorable evolución de España en los últimos años no ha favorecido un reforzamiento significativo de la protección social. Así, recuerda que en 2003, entre los países de la UE-15, España ocupaba la antepenúltima posición, tras Grecia y Portugal, en gasto en protección social medido en unidades de paridad de poder adquisitivo.
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