La victoria del centro-derecha en las elecciones del domingo en Suecia anuncia una época de cambios, con una serie de reformas económicas centradas en la lucha contra el desempleo que, sin embargo, no pondrán en cuestión el modelo social del legendario Estado del bienestar sueco.La vencedora Alianza, una coalición de cuatro partidos liderada por el jefe del Partido Moderado, Fredrik Reinfeldt, quiere abordar el problema del paro, tema central de su campaña. En agosto, la tasa de desempleo era del 5,7%, una cifra superior al 4% que habían prometido los socialdemócratas hasta ahora en el poder.
Reinfeldt no ha precisado hasta qué tanto por ciento quiere reducir el paro, pero ha prometido reducir la presión fiscal a los salarios más bajos y promover el empleo ayudando a las pequeñas y medianas empresas. Asimismo, la Alianza ha manifestado su deseo de reducir los generosos subsidios de paro y enfermedad, para empujar a los suecos a trabajar.
Las reformas también deben de afectar a los monopolios del Estado, lo que podrían dar lugar a privatizaciones. El jefe de los Moderados ha evocado la privatización de la compañía aérea SAS, el banco Nordea y la empresa de telecomunicaciones TeliaSonera.
Los monopolios estatales en venta de alcohol y medicamentos y en la gestión de los juegos de azar también están en el punto de mira. En cualquier caso, dichas reformas no deberían de alterar el fondo de un sistema con el que los suecos se identifican fuertemente, comenzando por el propio Reinfeldt.
Éste ha declarado que su proyecto no es la abolición, sino el saneamiento del modelo sueco, una combinación de Estado-providencia y de capitalismo dinámico, simbolizado por empresas de prestigio internacional como Ikea, Volvo o Ericsson. Asimismo, la coalición vencedora no reducirá en principio el 30% de funcionarios que trabajan actualmente en Suecia.
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