Con el comienzo de la vendimia en Extremadura, decenas de inmigrantes acuden a los diferentes pueblos para trabajar en las labores de recolección de la uva. En Santa Marta, esta llegada ha traído algunos problemas con los propietarios de los comercios.
Los grupos de inmigrantes, la mayoría portugueses o rumanos, viven en campamentos improvisados a las afueras del pueblo de Santa Marta, lugar desde donde salen a trabajar y en el cual han montado su propio campamento con sus familias para comer y dormir. El problema surge cuando tienen que abastecerse de agua o ir a comprar, ya que los propietarios de algunas tiendas tienen miedo a los robos, debido a que entran muchos al mismo tiempo causando una pequeña confusión, y no pueden controlar si alguno se lleva algún artículo sin pagar.
Este es el caso de una gasolinera cercana al campamento a la cual acuden los inmigrantes a llenar sus botellas de agua. Su encargado ya ha tenido algunos problemas que se repiten desde hace años, por lo que decidió enviar una carta a la Delegación del Gobierno en Extremadura solicitando mayor presencia de la Guardia Civil.
Según explicó a Europa Press Televisión el encargado de la gasolinera, José María Cansado, en su establecimiento se "abastecían de las necesidades básicas" y consideró que "de eso, deberían hacerse cargo las instituciones".
PELEAS POR EL AGUA
Desafortunadamente para él, la carta que envió a la Delegación del Gobierno le ha traído algún problema, ya que asegura que la Guardia Civil no le hace caso. "Sobre todo el Sargento que está aquí" comenta tajantemente.
La situación ha sido tal, que incluso ha tenido que estar en la gasolinera con una navaja por si tenía que defenderse, mientras que sus amigos y familiares se pasaban regularmente para ver si estaba bien.
Este año ya ha tenido dos enfrentamientos protagonizados no con gitanos rumanos, sino portugueses. En uno de ellos, incluso llegó a las manos por intentar impedir que se llevaran agua de la gasolinera. "Hace dos años gastaron 20.000 litros en un mes", comenta Cansado.
NO LES ALQUILAN CASAS
A pocos metros de la gasolinera viven medio centenar de inmigrantes rumanos, quienes aseguran que ellos no acuden a la gasolinera a por agua, sino que lo van a una fuente que está en el pueblo. Asimismo, reconocieron que conseguirla es su principal problema, ya que necesitan mucha para cubrir sus necesidades.
El asentamiento está compuesto por varias familias que vienen de Puente Genil, de recoger ajos. "Venimos a trabajar, no a robar", asegura Baram Marí Katalim, un joven rumano de 17 años que lleva ya un año trabajando en España.
El joven cree que la Policía les está siempre vigilando y desconfiando de lo que hacen y por ello no consiguen ni siquiera alquilar una casa. Según relataron, cuando intentan alquilar una casa, siempre les preguntan la nacionalidad y cuando los dueños se enteran de que son rumanos, rechazan su oferta.
Por el momento se quedarán un mes en esta zona, hasta que terminen de trabajar en la vendimia. Después buscaran trabajo recogiendo aceitunas, bien en Extremadura o en Andalucía, sobreviviendo como pueden en sus tiendas de campaña al cobijo de las encinas.
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