Muchos de los adolescentes que arriban en cayucos a las costas canarias y son derivados a centros de acogida de menores como el ubicado cerca de La Esperanza (norte de Tenerife), aseguran tener la mayoría de edad para poder trabajar aunque carezcan de papeles."Modifican la edad a su interés, y su interés es tener 18 años para poder trabajar", dice a la AFP la directora del centro, María Antonia Melián. En La Esperanza residen 85 adolescentes de entre 14 y 17 años de Senegal, Mauritania, Guinea Bissau, Guinea, Gambia, Costa de Marfil y Mali, a los cuales se realizó un examen óseo que confirmó su edad.
"Vienen un poco engañados, piensan que si logran llegar a España pueden trabajar y tendrán papeles", dice Melián, a quien los jóvenes abrazan y llaman cariñosamente "madre". "Son muchachos muy bien, generalmente respetuosos, con ganas de aprender y deseosos de trabajar para ayudar a sus familias", indica.
Según Melián, cuando logran comunicarse telefónicamente con sus hogares desde el pueblo -el centro aún no posee una línea telefónica- a veces la única pregunta es si han conseguido empleo. "Cuando dicen que no han podido trabajar, la familia les cuelga", cuenta.
En el centro los jóvenes reciben cursos de alfabetización (muchos no saben leer ni escribir en su propio idioma), español, jardinería y deportes, se encargan de la limpieza y el mantenimiento de las instalaciones y dos veces por semana hacen salidas "de integración" a los pueblos cercanos, al volcán del Teide o a la playa. También tienen allí su propia "mezquita", una habitación alfombrada para rezar donde hay una edición del Corán.
"Nos han llegado muchachos nuevos y han tenido que dormir allí, pero desde hoy se volverá a habilitar", dice la directora del centro administrado por la Asociación Solidaria Mundo Nuevo.
Los jóvenes deberán permanecer aquí hasta que cumplan 18 años. Luego serán enviados a la Península o repatriados. Si permanecen en España serán liberados, pero no tendrán papeles para trabajar legalmente.
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