Renault quiere recortar gastos de donde sea. Y ha decidido empezar por los costes inmobiliarios, elevadísimos en la región de París. Para conseguirlo, la dirección de la compañía ha presentado a los sindicatos un plan para promover el teletrabajo desde el domicilio particular y la implantación de los despachos compartidos.
Se acabó dejar la foto de la familia en la mesa del despacho y las cosas personales en los cajones. A partir del año que viene, la mayoría de los trabajadores de Renault en Francia – salvo los asignados a producción- deberán compartir su puesto de trabajo con los demás. El primero que llegue podrá escoger la mejor mesa y enchufar su ordenador portátil. Por la noche, deberá recoger todas sus cosas y guardarlas en una taquilla. A cambio, quien quiera podrá apuntarse al nuevo régimen de teletrabajo, lo que le permitirá trabajar varias jornadas a la semana en su propia casa. Renault le proporcionará el ordenador portátil y una línea de ADSL.
La generalización de los despachos compartidos (shared office)y el teletrabajo a domicilio forman parte del nuevo Plan Renault 2009 del presidente de la compañía, Carlos Ghosn, que entre otras cosas pretende lograr una importante reducción de costes. Bajo el nombre de "Nuevos entornos de trabajo", la iniciativa tiene como objetivo cerrar despachos y ahorrar en metros cuadrados y gastos de funcionamiento (electricidad, calefacción, equipamiento). El objetivo es reducir este tipo de gastos un 25% en tres años. La dirección ha empezado ya a negociar con los sindicatos.
Los precios inmobiliarios en la región de París hace tiempo que están por las nubes – a Renault le suponen unos 20 millones de euros al año- y su repercusión sobre los costes laborales es muy acusada: según la dirección de Renault, un puesto de trabajo en Île-de-France, donde la multinacional cuenta con 18 sedes, le cuesta 14.000 euros por año y empleado, cuando la media se sitúa sobre los 9.000 euros. Por el contrario, y debido a la suma de las vacaciones, los viajes y la movilidad de los trabajadores, un 40% de los despachos están permanentemente libres. La empresa ve posible amortizar
2.000 lugares de trabajo – que no empleos- a través de este plan.
El shared office está siendo probado de forma experimental con 400 trabajadores de la sede de Boulogne-Billancourt, a las afueras de París, desde el pasado mes de julio. Y el objetivo de la compañía es afectar a 10.000 empleados. Los sindicatos no se muestran demasiado entusiastas. Todo lo contrario que con el teletrabajo, que también está siendo ensayado desde el verano. Los sindicatos, de entrada y bajo condiciones, están a favor, por cuanto abre la vía a una mayor flexibilidad y una mejor conciliación de la vida laboral y personal. La medida, que se implantará de forma voluntaria, podría afectar a un centenar de trabajadores en 2007 y llegar a medio plazo hasta 1.000 o 1.500 personas, esto es el 15% de la plantilla de la región de París, unos 15.000.
Los sindicatos reclaman que la compañía, además del ordenador y la línea ADSL, se haga cargo de una línea de teléfono profesional y contribuya a los gastos de electricidad y calefacción. Y consideran que deben establecerse claramente las condiciones de trabajo – en particular, los horarios y el respeto de la vida privada-, así como garantizar que la adscripción al teletrabajo sea voluntaria y reversible. También piden, con el fin de garantizar una mínima relación social en el seno de la empresa, que al menos un día a la semana el empleado deba trabajar en las oficinas de la compañía.
A priori, todo son ventajas: trabajar en casa permitirá acomodar mejor los horarios a las obligaciones profesionales y familiares, y ahorrar tiempo en desplazamientos al lugar de trabajo. Pero a condición de que uno cuente en su domicilio con espacio suficiente. Algo todo menos evidente en una ciudad donde – debido a esos mismos precios prohibitivos- las familias se acomodan en pisos muy pequeños.
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