En los últimos meses, directivos de Pescanova explicaron su proyecto con detalle a las autoridades locales de Mira. Narraron sus objetivos y aseguraron que la mayoría del empleo se generaría en el pueblo. No les ocultaron que su primera opción fue suelo gallego, y subrayaron las razones que arguyó el Gobierno autónomo para negarles el emplazamiento en Touriñán. Pero el presidente de la Cámara Municipal, Joan María Ribeiro Reigota, al tanto de las protestas en Galicia por esta pérdida y las reclamaciones todavía abiertas, no da pie a posibles especulaciones: «Si la Xunta le ha dicho no a esta empresa, ahora no puede reclamarla», declaró en medios informativos locales. «La decisión ya está tomada», sentenció el pasado viernes.
En Mira, Pescanova ocupará otro paraje natural protegido como Touriñán. Pero a los portugueses les pesan más los beneficios en la balanza: «La ley prevé excepciones para estos casos y nuestro municipio está dispuesto a apostar por soluciones industriales como ésta», comenta el presidente de la Junta de Freguesia de Mira, Alberto Cardoso.
Pescadores, a favor
Nelson Monteiro y su mujer María Fernanda son pescadores y propietarios de uno de los ocho barcos artesanales que todavía practican la pesca del arrastre – arte xávega – en la costa mirense (el único cambio en cien años son los tractores que sustituyeron a los bueyes para tirar de los aparejos desde la playa). Más de 120 familias del pueblo viven de estas pesquerías. Para Nelson y María, «Pescanova no tiene por qué ser mala. Incluso los restos de comida que usan para cebar a los rodaballos podría atraer más peces a esta zona», ironizan mientras piden «trabajo para los hijos».
La pareja de la Guardia Nacional Republicana sonríe al ser preguntada por Pescanova y define al pueblo como «tranquilo y acostumbrado a los españoles». «No habrá problemas ni con las obras ni con la fábrica», concluyen.
Los comentarios están cerrados.