El nuevo director de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, David Taguas, ha puesto el dedo en la llaga nada más llegar a su recién estrenado puesto.
En un artículo publicado en la revista de Funcas (Fundación de las Cajas de Ahorros), que se hará público en breve, y al que ha accedido EXPANSIÓN, el sucesor de Miguel Sebastián y actual asesor económico del presidente Zapatero considera que “las reformas emprendidas [en materia de pensiones] no han sido suficientes para garantizar la viabilidad del sistema en el medio y largo plazo”.
Taguas, que escribió el artículo junto con la interventora de la Seguridad Social, María Jesús Sáez, justo antes de su nombramiento, señala, además, que “la evolución de las cuentas de la Seguridad Social, que han presentado superávit desde 1999, se ha interpretado de una forma demasiado optimista y, por tanto ha desincentivado las medidas necesarias para equilibrar financieramente el sistema de prestaciones contributivas en el medio y largo plazo”.
La visión de Taguas se completa con la defensa de medidas que, –alguna combinación de este conjunto de medidas debería implementarse en el menor plazo posible”, apunta– que se basan en un triple eje: “el cómputo de la carrera laboral completa en la determinación de la base reguladora de las prestaciones [actualmente las pensiones se calculan sólo sobre las contribuciones realizadas en los últimos quince años de la vida laboral, es decir, cuando el salario es normalmente más alto, lo que eleva el importe de las prestaciones a cobrar], el retraso de la edad de jubilación hasta los 70 años, y la actualización del poder adquisitivo de las pensiones con la fórmula IPC – X [o lo que es lo mismo, sin actualizarlos con la inflación].
La postura del nuevo asesor económico del presidente del Gobierno no coincide, así, con la del ministro de Trabajo, Jesús Caldera, que ha se ha mostrado claramente más entusiasta respecto a la efectividad del acuerdo sobre la reforma de la Seguridad Social que el Ejecutivo firmó solemnemente el 13 de julio de 2006 con la patronal y los sindicatos.
Taguas asegura que, “como consecuencia del escaso apoyo entre los ciudadanos, las medidas políticas adoptadas recientemente por el Gobierno, aun cuando van en la dirección adecuada, no son lo suficientemente profundas para cambiar significativamente la situación”. Las reformas a las que alude, contenidas en el ahora ya proyecto de ley de reforma de la Seguridad Social, son la restricción en el acceso a la jubilación anticipada y la incentivación de la prolongación vida laboral a través de un incremento en las prestaciones por jubilación del 3%.
Taguas admite las dificultades que una reforma de este tipo puede conllevar. “El sistema precisa de reformas que garanticen su viabilidad en el medio y largo plazo. Pero la implementación de éstas resulta difícil, toda vez que se trata de medidas impopulares que comportan un coste político elevado en el corto plazo”.
Pero el autor no oculta que otros países como Alemania, Francia o Italia ya han emprendido este duro tránsito, algo para lo que debería trasladarse a la población, con total claridad, la situación del problema. “La forma más viable de ganar apoyos entre los ciudadanos para reformar el sistema de Seguridad Social consiste en informar y explicar la necesidad de las medidas de política para garantizar la viabilidad del sistema en el medio y largo plazo […]. La difusión de indicadores […] por un organismo independiente del poder ejecutivo y que contara con reputación suficiente [en referencia a la creación de la prometida Oficina Presupuestaria del Congreso] podría facilitar esta tarea”.
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