Vivir sólo puede ser tediosamente previsible, especialmente cuando de tareas domésticas se trata.
Si usted no ha limpiado el baño, entonces la probabilidad que otra persona inesperadamente lo haga por usted, es cercana a ninguna.
Pero si usted asume que irse a vivir con su pareja va a mejorar la situación, entonces piense otra vez, especialmente si usted es mujer.
Un nuevo estudio concluyó que las mujeres que trabajan y viven con sus parejas, dedican más tiempo a las tareas domésticas que las mujeres que viven solas.
Los hombres, por otro lado, ven una reducción en las horas que le invierten al aseo de la casa, una vez que empiezan a vivir con sus parejas.
Las conclusiones vienen del análisis de la economista laboral, Helene Couprie, de la Universidad de Toulouse.
Su investigación, basada en datos de una institución británica, observó a mujeres que son empleadas, solteras, casadas, con y sin hijos.
Y al examinar la información de más de 2.000 personas, concluyó que en promedio, una mujer que trabaja, hace 15 horas de tareas domésticas a la semana cuando vive con su pareja, también empleado, y apenas 10 horas cuando vive sola.
Hombres perezosos
Mientras tanto los hombres, que hacen siete horas de labores domésticas cuando viven solos, hacen sólo cinco cuando cohabitan.
Las conclusiones se deben, en parte, sugiere Couprie, a las influencias con que las personas han crecido – donde tradicionalmente las mujeres han asumido la mayor parte de las tareas domésticas.
Ella dice que mientras los niños vean a sus padres haciendo sólo ciertas tareas, tales tendencias llegan a ser muy difíciles de cambiar.
"Es el trabajo de la evolución social", agrega.
Y la evolución toma tiempo, insiste – quizás otros 20 años para que la situación cambie realmente en términos de la división del trabajo.
Ruth Lister, experta en política social en la Universidad de Loughborough, dice que cualquiera que sea la razón para estas diferencias, las cosas deben cambiar.
"Por más que queramos legislar contra los hombres por no hacer tareas domésticas, no es una opción", dice Lister riendo, y agrega que las expectativas culturales se terminan de una forma contundente.
Igualdad laboral
Couprie dice que sus conclusiones sobre la desigualdad en el hogar reflejaron las mismas desigualdades en los puestos de trabajo.
Aunque la brecha salarial se reduce, aún la diferencia es vasta.
En 1970, las mujeres ganaban en promedio, por hora, 29% menos que los hombres.
Según la Comisión de Igualdad de Oportunidades, en 2006, el diferencial fue de 17%.
Y las mujeres están todavía, en gran parte, ausentes en los trabajos de primera fila en firmas del Reino Unido, según un informe de la comisión.
Sólo el 10% de directores del FTSE (el índice bursátil británico formado por las 100 compañías más importantes del Reino Unido) son mujeres.
Couprie concluye que esas desigualdades de género en la casa, tienen una gran " influencia en las desigualdades de género en el lugar de trabajo – y viceversa".
"La manera más rápida de mejorar la situación de las mujeres en casa es ganando equidad en el trabajo, en términos de salarios y oportunidades", dice.
"Necesitamos obtener más mujeres en los mismos tipos de trabajos que tienen los hombres, así como obtener paridad salarial entre los diferentes sectores", agrega Couprie.
El enfoque de Couprie tiene que ver con medidas económicas, pero admite que la igualdad salarial – aunque crucial – es sólo un paso para asegurar una división de trabajo más justa en la casa.
"Los cambios culturales son, de lejos, más difíciles de superar que la puramente económica brecha salarial", advierte.
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