El director general de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), Brunson McKinley, destacó ayer la labor del Gobierno en la crisis del buque de inmigrantes 'Marine I' y aseguró que este nuevo 'fenómeno' migratorio acabará dentro de 20 años, cuando se abra el mercado laboral europeo.
Tras reunirse con el secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Bernardino León, y con responsables de los Ministerios de Interior y Trabajo, McKinley explicó, en una entrevista con Efe, que España gestionó 'lo mejor que pudo' la crisis del 'Marine I' y que colaboró estrechamente con la OIM para solucionarla.
'Personalmente creo que la política de inmigración española es muy buena, admirable, y acertada en un contexto como el europeo', aseguró McKinley.
Sin embargo, explicó, estamos ante un nuevo fenómeno migratorio, el de los barcos que, como el 'Marine I' o el 'Happy Day' intentan arribar a las costas africanas y españolas.
La crisis del 'Marine I', dijo, 'acabó bien porque no hubo muertos, se repatrió a todo el mundo, y al final todo salió bien', pero es cierto que 'la operación falló en muchos aspectos porque tuvimos que improvisar y fue una situación difícil porque los inmigrantes no querían ser identificados'.
Sin embargo, aseguró que ante otro 'Marine I' las cosas se harían mejor, 'actuaríamos más rápido, buscaríamos la ayuda, los transportes, los traductores y los profesionales con más celeridad y eficiencia'.
McKinley también se refirió al coste económico de estas crisis, ya que, sólo la repatriación de los ocupantes del 'Marine I' ha costado al menos unos 100.000 euros a la OIM, 'y eso es sólo una pequeña parte de lo que puede llegar a costar una operación así'.
Preguntado por la actuación de España en este tipo de crisis, McKinley explicó que es 'una cuestión de geografía' porque 'la responsabilidad no es de España pero, lo cierto es que está ahí, en mitad del camino de los inmigrantes, al igual que Italia tiene problemas con los inmigrantes de Libia y Túnez'.
De hecho, los pakistaníes e indios que viajaban a bordo del 'Marine I' no se dirigían a España, sino al Reino Unido, o incluso algunos de ellos pretendían llegar a los Estados Unidos pero 'las rutas son cada vez más imaginativas y largas'.
No obstante, según McKinley, este problema es temporal porque dentro de veinte años la movilidad de los trabajadores será más fácil porque el mercado laboral europeo tendrá que reclutar extranjeros como mano de obra.
Además, el ritmo de algunas economías como la India también hacen pensar que la situación cambiará y las personas de esos países dejarán de emigrar.
Por su parte, el delegado de la OIM en España, Manuel Pombo, aseguró que los países 'no miran a otro lado' ante esta situación, pero 'no están preparados y los traficantes lo saben y eligen las rutas por países que no tienen aduanas ni preparación alguna para responder a este problema'.
En cuanto a la actuación de la OIM en España, Pombo explicó que esta organización intergubernamental que ayuda a los desplazados repatriará este año a unas 2.000 personas a sus países de origen, 'aunque eso es sólo la mitad de la demanda actual'.
Según sus cálculos, entre el 4 y el 5 por ciento de los inmigrantes que llegan a España deciden volver a sus países de origen y, para ello, la OIM les costea el billete de vuelta y les da una ayuda de 450 euros por persona, que pueden llegar a 1.500 si el inmigrante pone en marcha un negocio en su país de origen.
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