En España se están creando 700.000 empleos anuales, pero la calidad de gran parte de ellos –por ocasionales y con bajos salarios– no permiten asegurar al ocupado una mejora en el nivel de vida. Por el contrario, el mercado laboral está poniendo de manifiesto que están ocupadas el 27,7% de las personas “en riesgo de pobreza relativa”.
Es decir, que en sus hogares ingresan menos de 6.347 euros anuales, ó 530 mensuales. Así se refleja en la Memoria Económica del Consejo Económico y Social (CES) correspondiente a 2006, a la que ha tenido acceso EXPANSIÓN, y que ayer fue aprobada por la institución.
Es más, el informe, que la institución quiere presentar la próxima semana, sostiene que el mercado laboral español está empezando a padecer uno de los problemas de los países desarrollados y más, exactamente, del mundo anglosajon: la aparición de los trabajadores pobres –working poor, en inglés–. Es decir, el volumen de personas que, “aunque tienen ocupación, no consiguen ingresos suficientes”. El dato revelador es que en España el 40% de los varones en riesgo de pobreza tiene trabajo.
Por lo tanto, el CES concluye de forma contundente que el “crecimiento de los ocupados pobres pone en evidencia que el riesgo de exclusión social ya no es patrimonio exclusivo de los grupos de población no integrados en el mercado laboral”, sino también de algunos de los que están en él. Visto de otra manera, la Memoria del CES manifiesta, indirectamente, que el crecimiento de la riqueza, en el que España lleva trece años consecutivos, no está llegando a todos los ciudadanos y, desde luego, no de la misma forma.
“La mejora de la situación económica y laboral en los últimos años se ha traducido en un incremento progresivo de los ingresos medios por persona que, sin embargo, no ha repercutido en una reducción significativa de la desigualdad”, dice el CES.
Por el contrario, el informe refleja que aumenta paulatinamente. En 2005, el 19,8% de la población española –más de ocho millones de personas- vivía “por debajo del umbral de riesgo de pobreza”, después de percibir transferencias sociales.
Es decir, después de cobrar pensiones contributivas y no contributivas, el salario social, subvenciones para becas de estudio, libros de colegio y otro tipo de ayudas. En 2004, esta población representaba el 19,1%, y el 18,8%, en 2003. Al profundizar en el análisis, el CES certifica que el riesgo de pobreza “es mayor entre las mujeres que entre los hombres”. En el primer caso, el número de personas en riesgo de exclusión social representa el 20,9%, y el 18,6%, entre los hombres.
Desigualdad entre sexos
Aunque el CES no lo dice, esta diferencia de nivel de probreza entre ambos sexos se debe, claramente, a que el nivel de desempleo femenino es considerablemente más alto que el de los hombres. Exactamente, está en paro el 11,39% de las mujeres que buscan trabajo, frente al 6,32% de los hombres. El informe concluye que el problema de la población en riesgo de exclusión y de pobreza está aumentando con la inmigración.
“La diversidad del grupo de personas [en esta situación] se ha acrecentado con el fenómeno de la inmigración, lo que se suma a la situación de riesgo de exclusión social que ha venido afectando tradicionalmente a la población de etnia gitana en España”. En este punto, la Memoria recuerda que, en apenas cuatro años el número de extranjeros se ha duplicado hasta los 4,14 millones.
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