Un amanecer dominical, a principios de este año, Yesenia Angulo Gastelum, empleada del centro vacacional Four Seasons, se dirigía a su trabajo. Conducía a velocidad excesiva, porque llegaba tarde.
A las 6.23 de la mañana del 18 de febrero, su auto se estrelló contra la bicicleta de Michael Boulden, quien murió poco después.
Hasta ese día, Angulo era una entre cientos de miles de inmigrantes indocumentados que comprenden la mano de obra furtiva de Arizona. Los indocumentados trabajan a la vista de todos, pero hacen lo que sea para no llamar la atención.
Los empresarios dicen que la mano de obra inmigrante es crucial para la viabilidad económica de Arizona. Los hoteles, los restaurantes, la construcción y la agricultura, entre otros sectores, dependen de esos trabajadores indocumentados. Pero nadie sabe cuántos son.
Para peor, las normas que los empleadores deben aplicar para asegurarse que no contratan a indocumentados son fáciles de violar. Y la represión de empleados y empleadores que lo hacen es casi nula.
"La mayoría de los empleadores del estado de Arizona contratan inconscientemente a personas que no son legales", dijo Jason LeVecke, presidente de una cadena de restaurantes y pizzerías.
Sin quererlo, Angulo llamó la atención sobre la mano de obra furtiva. Después del choque, siguió adelante y no trató de auxiliar a Boulden. Llamó a su novio y volvió a su casa en su auto dañado. El novio le dio un vaso de agua y la llevó a su trabajo en su camioneta.
Otro conductor que pasaba llamó a emergencias. Angulo llegó a su trabajo en el Four Seasons casi una hora tarde.
Once días después, interrogada por la policía, Angulo dijo que no tenía licencia para conducir y no se detuvo por miedo a ser deportada. La arrestaron por abandonar la escena de un accidente fatal.
Los directivos del Four Seasons dijeron que creían que ella estaba legalmente en el país. Sus documentos parecían estar en orden.
Don Wehbey, principal economista del gobierno estatal, dice que nadie sabe cuántos son los inmigrantes ilegales en Arizona.
"Sería difícil pararse en cualquier esquina y decir, 'los indocumentados, que levanten la mano'. O bien preguntar cuántos empleadores contratan a inmigrantes ilegales, o qué empresas y personas realizan actividades ilegales. La respuesta sería el silencio", dijo.
Según el instituto de investigaciones Pew Hispanic Center, con sede en Washington, los inmigrantes comprendían el 19,5% de la mano de obra de Arizona en 2004. Pero ese estudio, divulgado en 2006, no distinguía entre legales e ilegales.
Una vez que ingresa a Estados Unidos, el inmigrante ilegal consigue trabajo con facilidad sorprendente.
Basta presentarle al empleador en potencia algún documento que certifique su presencia legal. Los documentos falsos se obtienen fácilmente, dijo Leesa Morrison, del Departamento de Seguridad Interior de Arizona.
Los falsificadores venden el paquete de documentos falsos por 160 dólares, señaló. El paquete contiene habitualmente una tarjeta de residente, una del Seguro Social y una licencia de conductor.
El Departamento de Seguridad Interior estatal encabeza un grupo que ha comprado centenares de paquetes por medio de agentes encubiertos que se hacen pasar por indocumentados.
Hasta la fecha, han comprado 453 tarjetas de residente, 447 del Seguro Social y 163 licencias de conductor, además de 2.049 documentos falsos.
La cantidad y calidad de los documentos de identidad falsos en Arizona coloca a los empleadores en una situación difícil, dijo LeVecke.
"Tengo 65 personas que deben ser capacitadas y ocuparse de ese proceso día a día. Les presentan documentos y ellos tienen que descubrir quién está y quién no está aquí legalmente", dijo. "Esta gente no sabe distinguir".
Y si bien existe un programa piloto del gobierno que permite a los empleadores compulsar los nombres de los solicitantes de empleo con los números del Seguro Social, no hay manera de determinar que los solicitantes son las personas mencionadas en los documentos de identidad que presentan, dijo LeVecke.
"Hay un mundo clandestino en que la gente crea documentos falsos cada vez mejores", aseguró.
Los inmigrantes ilegales toman medidas extremas para evitar ser detectados, dijo Martín Manteca, de Somos América, un grupo defensor de los inmigrantes con sede en Scottsdale.
Evitan los lugares públicos y tienen a vivir en vecindarios donde pasan inadvertidos. Tienden a no denunciar delitos ni violaciones de las leyes laborales.
Suelen trabajar para empleadores "inescrupulosos" que se aprovechan de su estatus para engañarlos en la paga, dijo Manteca.
"Conservan esos empleos porque temen no conseguir otros si se van", añadió.
Muchos directivos empresariales están preocupados por los proyectos de ley de clausurar negocios que contraten a inmigrantes ilegales.
"Si uno obedece la ley, eso de ninguna manera garantiza que uno tiene una mano de obra legal. Eso es lo que nadie dice", afirmó Farrell Quinlan, vocero de Empleadores de Arizona Partidarios de la Reforma Inmigratoria, una asociación de más de 100 empresarios miembros.
Los dueños de empresas están a merced de un sistema que no garantiza que puedan contratar una mano de obra legal, ni siquiera en las mejores circunstancias, dijo.
"Supongamos que nos dicen, 'Si el 80% de sus empleados hablan español, ustedes saben que casi todos, si no todos, son ilegales'. Muy bien, ¿quiénes son?", se preguntó.
"Esa es la situación de las empresas y por eso estamos tan preocupados por lo que está pasando en el Capitolio estatal, y esperamos que el gobierno federal se haga responsable y resuelva este problema", añadió.
Si los inmigrantes ilegales pudieran salir de las sombras, regularizarían su situación en la sociedad, dijo Manteca.
Podrían viajar más entre los Estados Unidos y sus países de origen, y obtener licencias de conductor, seguros, préstamos y viviendas.
"Creo que sus aportes económicos y culturales a la sociedad serían imposibles de medir. Nos beneficiaríamos todos, como nos beneficiaron cuando vinieron los italianos, irlandeses, polacos y chinos".
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