La inmigración tiene un impacto positivo en la economía de Estados Unidos y en los ingresos de los trabajadores estadounidenses, según un estudio elaborado por el Consejo de Asesores Económicos del presidente del país, George W. Bush.
Este informe se publica pocos días después de que senadores republicanos y demócratas llegaran a un acuerdo para recuperar el proyecto de ley de reforma migratoria que estaba estancada en el Senado desde el pasado día 7.
En concreto, el estudio revela que el aumento en los ingresos de los estadounidenses procedente del rendimiento de los inmigrantes se sitúa en más de 30.000 millones de dólares al año (más de 22.000 millones de euros).
En este contexto, la inmigración ha incrementado la media de los salarios de los ciudadanos estadounidenses entre un 0,7 y un 1,8 por ciento desde 1990, gracias, entre otras cosas, a que su aportación eleva la producción total de la economía.
El informe subraya que los inmigrantes tienden a 'completar y no a sustituir' a los nativos con sus trabajos, y recalca que, por eso, 'limitar la inmigración sería un camino poco eficiente para ayudar a los estadounidenses con un salario relativamente bajo'.
Según los datos recopilados por el Consejo de Asesores Económicos, en 2006 los inmigrantes sumaron el 15 por ciento de la fuerza laboral de Estados Unidos, y en los últimos diez años fueron responsables de aproximadamente la mitad del crecimiento del empleo en este país.
En lo que se refiere al impacto fiscal de la inmigración, el estudio destaca que, en general, tiene una influencia bastante positiva a largo plazo.
De hecho, los inmigrantes y sus descendentes pagan más impuestos de lo que después el Estado les devuelve a través de los servicios públicos.
En la misma línea, el informe de la Casa Blanca desmiente el tópico de que la inmigración 'cause desequilibrios fiscales significativos'.
El estudio indica, asimismo, que la cuota de desempleo de los inmigrantes es más baja que la de los trabajadores estadounidenses (el 4 por ciento frente al 4,7 por ciento en 2006), pero la media de ingresos también es más baja.
Así, mientras que a nivel general un estadounidense gana unos 743 dólares (553 euros) a la semana, un inmigrante recibe a cambio unos 575 dólares (428 euros), un 22,6 por ciento menos.
Las diferencias salariales aumentan o disminuyen dependiendo del nivel educativo y de la ocupación de los inmigrantes.
El presidente Bush es un acérrimo defensor de una reforma migratoria que permita la legalización de buena parte de los cerca de doce millones de inmigrantes ilegales que se calcula que viven en EEUU y que cree un programa de trabajadores temporales para quienes quieran cubrir los puestos laborales en los que los estadounidenses no están interesados.
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