En un país en el que la adquisición de una vivienda es casi una obsesión, el aumento de los costes hipotecarios por la subida de los tipos de interés está empezando a afectar a los consumidores.
Según una encuesta realizada por la consultora Deloitte y difundida el martes, el 65 por ciento de los españoles dice verse afectado por las subidas de tipos de interés y un 35 por ciento afirma haber tenido que renunciar a algo por el incremento del coste de la hipoteca.
La reducción de las vacaciones es la principal medida para ahorrar costes, según la encuesta, seguida de renunciar a las comidas fuera del hogar.
Pese a estos datos, los expertos de Deloitte desdramatizan los mensajes de alarma vertidos desde distintos segmentos alertando sobre el elevado endeudamiento de los hogares que, en el caso de España, supera el 80 por ciento del Producto Interior Bruto.
"La deuda familiar representa más del 80 por ciento del PIB, pero la riqueza inmobiliaria de las familias se estima que puede estar entre el 500 y el 600 por ciento del PIB", dijo Héctor Florez, socio de Deloitte y responsable del sector financiero en España.
Florez también destacó una tasa da ahorro en torno al 9 por ciento y afirmó que "no es un porcentaje elevado de las familias las que tienen dificultades para atender las subidas de los tipos".
Según datos del Banco de España, las familias españolas destinan alrededor del 44 por ciento de su renta bruta disponible al pago de la hipoteca.
Desde diciembre de 2005 – cuando el coste hipotecario estaba en los niveles más bajos de su historia – los tipos de interés de la eurozona han subido dos puntos, mientras los precios de la vivienda y el volumen de créditos desaceleran el impresionante crecimiento de los últimos años.
Con todo, Deloitte asegura que la situación hipotecaria es "muy razonable y el mercado va a asumir sin problemas las subidas de tipos previstas".
Salvo en el caso "poco previsible" de un descenso de los precios de la vivienda, o subidas de tipos superiores a 1,5 o dos puntos, Deloitte no espera ni un aumento de la morosidad ni un impacto sustancial sobre el consumo.
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