Las mujeres emigrantes son cada vez más en el mundo, especialmente en América Latina, y muchas no se fían de sus maridos y envían el dinero a otras mujeres de la familia, según un informe del Instituto Internacional de Investigación y Capacitación de Naciones Unidas para la Mujer (INSTRAW).
El último censo de la División de Población de Naciones Unidas estima que en el mundo hay más de 190 millones de personas residiendo fuera de su país de origen, de las que el 48% son mujeres. En América Latina este porcentaje sube hasta el 54%.
Las mujeres dejan su país porque porque sabe que el envejecimiento de la población en los países desarrollados, y la integración de la mujer al mercado laboral, le ofrecen más oportunidades de encontrar trabajo que a los hombres.
Hospitales, hogares, cuidado de ancianos y residencias de la tercera edad son los sectores con una creciente demanda laboral femenina.
Se ha establecido así "una obligación adicional para las mujeres, quienes siguen siendo responsables del cuidado, la salud y la educación de sus hijos, y ahora se convierten también en proveedoras económicas", afirma Carmen Moreno, directora del INSTRAW, quien añade que la mujer deja su país por periodos de dos o tres años y suele dejar abierta la posibilidad de regresar definitivamente.
Otro fenómeno que caraceriza a la mujer emigrante es que en términos porcentuales envía más recursos que el hombre a su país de origen, en ocasiones hasta un 30% de su salario. Pero muchas ya no envían el dinero a su marido, que en lugar de asumir sus responsabilidades en el hogar, en ocasiones terminaba formando otra familia.
"Las dominicanas en España -afirma Moreno- hacen las transferencias de mujer a mujer, es decir, se ha terminado por establecer una cadena femenina de apoyo, sea su madre, hermana, pariente o amiga".
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