La estrategia social de Nicolas Sarkozy genera dudas y la popularidad de la política económica del Gobierno galo comienza a dar signos de debilidad, según un sondeo elaborado por BVA-BFM publicado ayer en 'Les Echos', pero parece que todavía no ha llegado la hora de la movilización.
El ministro de Trabajo, Xavier Bertrand, presentó ayer a organizaciones sindicales y directores de empresas el documento que recoge los ejes principales de la reforma social, siendo el principal el de aumentar el número de años de cotización de los llamados regímenes especiales de jubilación, que pasará progresivamente de los 37,5 actuales a los 40 años en 2012.
La posición del ministerio ha llevado a los principales sindicatos del país a renovar su llamamiento a la huelga, convocada para el próximo jueves 18 de octubre y que amenaza con paralizar el tráfico ferroviario y el transporte. Ese mismo día están previstas manifestaciones sectoriales, como las de la función pública, la Agencia Nacional de Empleo, Correos, France Télécom o el Banco de Francia.
Pero a una semana de la huelga, más de la mitad de los franceses, el 53%, según el barómetro, no ve justificada la protesta, por lo que el Ejecutivo podría salir más o menos airoso de su primer 'test' social.
Sólo el 43% de los encuestados respaldan la huelga del día 18 de octubre, un porcentaje que para los responsables del estudio es "históricamente baja" para una población que siempre ha sido muy entusiasta con las movilizaciones.
Los datos manejados por los autores del sondeo indican que nunca una manifestación nacional ha tenido el respaldo de menos del 50% de la población, incluso teniendo en cuenta la tendencia a la baja observada en los años recientes.
Este resultado debería interpretarse más como una muestra del divorcio entre los franceses y las organizaciones sindicales y no como una adhesión incondicional a la política social de Sarkozy. La estrategia social del Jefe del Estado genera reacciones suaves, porque parece que se aceptan los objetivos de la reforma aunque existe preocupación sobre su eficacia y sus intenciones reales.
Mientras, dos tercios de los encuestados aprueba una reforma de los regímenes especiales, la fusión de las agencias de Empleo y la negociación sobre el contrato de trabajo porque consideran que el país tiene que reformarse profundamente.
No obstante, sólo el 49% estima que ello podrá arreglar de una vez por todas los problemas que llevaría meses solucionar y el 63% sospecha que esto puede ser "socialmente peligroso" porque impide tener un verdadero debate sobre todos y cada uno de estos temas.
Por otra parte, casi el 60% comparte el análisis del secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT), Bernard Thibault, quien cree que Nicolas Sarkozy ha optado por pedir a los sindicatos implicarse en muchos temas a la vez, simplemente para "asfixiarlos".
DUDAS SOBRE LA POLÍTICA ECONOMICA
Ahora bien, la política social no es la única que genera dudas. Los planteamientos económicos del Gobierno, que hasta ahora gozaban de un alto nivel de popularidad, caen 7 puntos en un mes y sólo la mitad de los encuestados lo valora bien.
Las deserciones se producen sobre todo en las filas más "sarkófilas", empezando por los mayores de 50 años y las clases altas. Parece, según los autores del barómetro, que los franceses se muestran más críticos con la acción gubernamental ante la falta de una verdadera oposición. "Todavía se apoya al Ejecutivo pero ahora se le juzga de una manera más pragmática y menos eufórica", relata uno de los autores del estudio.
En este contexto, una de las claves de los meses próximos será sin duda la percepción que tengan los franceses de su poder adquisitivo, donde el sondeo percibe cierta mejoría. Un 49% de los encuestados no cree poder beneficiarse de las horas extra -que desde el pasado 1 de octubre gozan de un mejor tratamiento fiscal– pero algunos sectores son más bien optimistas y un tercio de los obreros está convencido de que les irá bien.
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