Prácticamente un tercio del consumo que se realiza en España corresponde a los inmigrantes, un colectivo que, en comparación con los españoles, disfruta haciendo la compra y probando productos nuevos, aunque está atento al precio y sobre todo a las ofertas de las grandes superficies.
Estos son algunos de los rasgos propios de los consumidores inmigrantes, según el estudio "Inmigrantes, consumidores que suman", realizado entre julio de 2006 y junio de 2007 por TNS, empresa especializada en los estudios de mercado.
En España, una de cada diez personas es extranjera, es decir, que hay 4,5 millones de inmigrantes, de los cuales tres millones son consumidores potenciales, aunque con unos hábitos de compra distintos a los españoles.
Según el estudio, el 64 por ciento de los inmigrantes tiene entre 16 y 45 años, poseen un nivel formativo superior al de los españoles y una mayor tasa de ocupación (el 67 por ciento está trabajando), unas características que influyen a la hora de llenar el carro.
Los inmigrantes disfrutan más que los españoles haciendo la compra (el 66 por ciento) y no se preocupan en exceso de emplear mucho tiempo en esta tarea doméstica.
El 46 por ciento de los inmigrantes disfruta probando productos nuevos -frente al 33 por ciento de los españoles- e innovando en sus compras, ya que no suelen ceñirse mucho a la lista de la compra y a menudo compran cosas sólo porque las ven en las estanterías o porque las ha visto anunciadas.
Como promedio, la cesta de los inmigrantes contiene más productos que la de los españoles (32 piezas frente a 30) porque prefieren adquirir más cosas y visitar menos establecimientos.
Los extranjeros gastan una media de 3.680 euros (unos 5.300 dólares al cambio actual) al año en hacer la compra, frente a los 4.010 euros (5.775 dólares) de los españoles, debido principalmente a que su cesta de la compra tiene casi 400 euros menos en productos frescos y perecederos -especialmente pescado y marisco-.
Por el contrario, la cesta de la compra de los inmigrantes contiene mas alimentación envasada y bebidas, entre otras cosas por su menor predisposición a la búsqueda de elementos saludables en la dieta (el 68 por ciento de los extranjeros busca alimentos sanos frente al 73 por ciento de los españoles).
Además, los hogares extranjeros no suelen consumir ingredientes típicos de la dieta mediterránea por lo que la carne, la cuajada, el aceite de oliva o las legumbres tienen una presencia mucho menor en la dieta de los extranjeros, que prefieren la margarina, la nata líquida y el aceite de girasol, según el estudio.
Los extranjeros son más ahorrativos pero se dan sus caprichos, les gusta mimarse y sobre todo tienen debilidad por los alimentos y bebidas dulces, de modo que su consumo de bizcochos, nata montada, frutos secos, galletas rellenas, arroz con leche, chocolates y productos de repostería es muy superior al de los españoles.
Entre la población inmigrante, el precio tiene mayor peso en las decisiones de compra que en la media de los españoles, lo que les convierte en grandes consumidores de marcas blancas, a las que dan toda la confianza, ya que el 54 por ciento opina que tienen la misma calidad que los productos de marca.
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