Muchos jóvenes inmigrantes afirman a su llegada a Canarias que son menores de edad para asegurarse un tratamiento diferente y la posibilidad de no ser expulsados, pero una simple radiografía del antebrazo a la mano y su osificación delata que más del 60 por ciento no lo es.
El jefe de Radiodiagnóstico del Hospital Materno Infantil de Gran Canaria, Víctor Pérez Candela, explicó a Efe que estos chicos llegan al centro acompañados por policías con una orden urgente del fiscal de menores para que se les realice la prueba ósea.
Para estos chicos es importante pasar por menores porque, en vez de ser enviados a un centro de internamiento para su posterior expulsión, son remitidos a uno de acogida y los tutela la comunidad autónoma, que gestiona sus permisos de residencia.
La primera prueba que se realizó a un inmigrante en el Materno se hizo en 1998, cuando se efectuaron 27, aunque en 1999 ya fueron 178 y en 2000 bajaron a 75, y a 32 en 2001.
El siguiente año fueron 60, luego 104 y 68 en 2004, mientras que en 2005 hubo un nuevo repunte con 144, si bien el mayor aumento se produjo el pasado año, cuando se contabilizaron 577 pruebas, número que se eleva a 509 en lo que va de 2007, por lo que se estima que llegarán a 700 a final del año, dijo.
En octubre, citó como ejemplo, se realizaron 45 pruebas de las que 35 pertenecieron a mayores de edad y sólo en los primeros 15 días de noviembre se han realizado 125 radiografías.
Según datos de la Delegación del Gobierno en Canarias, los inmigrantes menores llegados a la provincia de Las Palmas en 2004 fueron 137.
En 2005 se registraron los primeros que llegaron a la de Santa Cruz de Tenerife: dos frente a los 107 de Las Palmas.
Ya en 2006 se contabilizaron 941, 544 de ellos en Las Palmas y 397 en Santa Cruz de Tenerife, y hasta el 31 de octubre de este año había llegado 539, 312 de ellos en la provincia oriental y 227 en la occidental.
El especialista en radiodiagnóstico considera que muchos de estos chicos llegan aleccionados, porque, aún cuando es evidente que son mayores de edad, insisten en lo contrario.
Así, en el hospital se les realiza una radiografía de la mano desde el antebrazo hasta los dedos, normalmente de la izquierda porque la mayoría son diestros, y se compara el resultado con un atlas utilizado como estándar internacional del desarrollo del esqueleto.
La osificación de los huesos, proceso por el que éstos dejan de ser cartílagos y pasan a ser visibles a través de una radiografía, es fundamental para conocer la edad.
El especialista estudia casi una treintena de huesos, desde el cúbito y el radio hasta los ocho del carpo o la muñeca, los metacarpianos y las falanges.
Aunque policialmente lo que interesa es si es mayor o menor de 18 años, el médico indica la edad que tiene la persona sin margen de error, salvo en el caso de que el paciente esté enfermo y haya tenido un desarrollo ósea tardío o acelerado.
Los huesos de los varones están en estado cartilaginoso hasta los 19 años, así que si aparecen osificados, no hay duda, es mayor de edad.
En el caso de las mujeres, la osificación se produce a los 17 años, con lo que presentan más problemas porque lo único seguro es que tiene más de esa edad.
En edades inferiores hay un margen de más o menos seis meses, pero ya no afecta a la determinación de la mayoría de edad.
La lectura de la radiografía apenas lleva quince minutos y cambia el destino de los inmigrantes.
Aunque a los menores se les abre un expediente de reagrupación familiar, fuentes del Gobierno canario explicaron a Efe que las últimas se produjeron en 2004.
Así que mientras se resuelven estos expedientes, los menores son acogidos en un centro y escolarizados hasta los 16 años y después pasan a módulos de formación continua para su integración laboral.
A medida que se acercan a los 18 años se gestiona su residencia legal que, según la normativa, se obtiene en nueve meses, y al cumplirlos salen del centro y pasan a un piso tutelado.
Con mayoría de edad y permiso de residencia, suelen juntarse varios y alquilar un piso, aunque ya están en disposición de buscar trabajo y viajar a la Península o cualquier otro punto de Europa.
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