El presidente de Seat, Erich Schmitt, recibió el pasado día 23 una visita singular. A las 7 de la mañana y junto a la cadena de montaje de la fábrica de Martorell, Manuel Gallardo, un veterano trabajador de la empresa, se despidió de él tras firmar el finiquito previo a la jubilación. La reunión no estaba prevista, pero Gallardo no es un operario más, sino el dirigente sindical con más experiencia en crisis de Seat y del sector metalúrgico.
Ayer fue el último día de Gallardo como secretario general de la Federación de Metal y Construcción (MCA) de la UGT catalana. "Dejar el cargo ha sido una decisión mía. Cuando uno cumple 65 años, lo mejor que puede hacer es descansar un poco, sobre todo cuando lleva 33 años en esto", aseguró ayer en su intervención ante los delegados del congreso extraordinario. Su sustituta, Isabel Martínez, una planchista de Seat, se convertirá en la primera mujer que dirige una federación de los grandes sindicatos en Catalunya.
Cuando Gallardo tenía 38 años, en 1980, ya tuvo que afrontar una prueba de fuego: negociar el despido de 12.000 trabajadores en Seat tras conocerse la decisión de la italiana Fiat de abandonar la marca.
"Fuimos pioneros en negociar alternativas no traumáticas como prejubilaciones y bajas voluntarias", recuerda. Tan solo 12 años después, tuvo que negociar otro expediente de regulación en Seat.
En los últimos ocho años como líder de la federación, ha arrancado indemnizaciones millonarias a multinacionales que querían trasladar la producción a países con costes más bajos. Su récord está en 60 días de sueldo por año de trabajo para los afectados por el polémico cierre de la fábrica que tenía Lear en Cervera (Segarra). "Si quieren irse, que paguen", sentencia Gallardo en estos casos.
Elogios del rival
Su rival en una buena parte de esas negociaciones es un viejo conocido. Rafael Ortiz, exdirector general de Relacions Laborals de la Generalitat y ahora socio del bufete de abogados Garrigues, también acudió ayer al congreso de la federación, que se convirtió en un homenaje. "Cuando lo conocí en Seat, era el líder sindical más escuchado y hacía gala de una inteligencia natural que obligaba a tenerlo en cuenta", dice Ortiz.
Reconoce que Gallardo "ha sabido adaptarse a las posibilidades de negociación en cada cierre o conflicto teniendo en cuenta la situación económica de las empresas". Su último acuerdo con el sindicalista ha sido una indemnización de 45 días por el cierre de Mercedes en Barcelona.
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