Los guionistas de Hollywood siguen en huelga pero los presentadores estrella Conan O'Brien y Carlson Daly, no están dispuestos a que sus programas pierdan fuelle porque uno ha dedicido correr con los gastos de sus compañeros (200.000 dólares semanales) y el otro ha vuelto al estudio para salir el lunes en antena. Es una noticia oficiosa de la NBC, feliz de que Daly regrese al tajo.
Si Daly hiciera huelga, los patrocinadores cerrarían el grifo, y la cadenas han prometido despidos si Carlson no regresa. Pero ¿quiénes serán los que se atrevan a atravesar la barrera de pancartas para acompañarle el próximo lunes?
Según informa Julio Valdeón Blanco en El Mundo, esta decisión ha disparado los rumores sobre quién será el próximo en ceder. Gracias a Daly la industria gana una batalla, mientras las pérdidas diarias rozan los 20.000.000 de dólares con series en el congelador, platós vacíos y columnistas histéricos.
Series como Perdidos acaban los capítulos de la próxima temporada a partir de libretos no terminados; otras, caso de 24 o Mujeres desperadas, anunciaron hace unos días que suspendían rodajes hasta nueva orden.
Si durante enero, tradicional laboratorio de lo que vendrá luego, continúa la huelga, entonces muchos dan por seguro que el conflicto alcanzará el estío.
Según informa The New York Times, el martes pasado los guionistas de cine acudieron a una reunión en el Beverly Hilton Hotel de Los Angeles. Acordaron nuevas demostraciones de fuerza y, a miles de kilómetros, en Nueva York, el candidato demócrata John Edwards sumaba fuerzas con los piquetes. Como medida de presión, guiño electoral y jugada mediática, los tres principales candidatos del partido acordaron no acudir al debate concertado con la cadena CBS, cuya emisión estaba fijada el próximo10 de diciembre.
Frente a los colegas díscolos, Oprah Winfrey, Regis Philbin y otros prosiguen al frente de sus espacios, y los programadores hilan fino para evitar la sangría de espectadores.
¿Una gala de los Oscar sin guión?
El 24 de febrero los Oscar celebrarán su 80 cumpleaños. O no. Ni siquiera Jon Stewart, contratado como presentador, enhebrará dos chistes sin guionistas. Podría suceder, incluso, que Stewart termine en el otro lado, junto a los escritores, amenizando piquetes en una alfombra más roja que nunca. Esto, sin contar con el lío asegurado de una ceremonia en la que los gorgoritos Disney, las estrellas premiadas y las glorias entronizadas por el enésimo homenaje saltarían al escenario sin orden ni plaqueta, perdidos todos en un colosal naufragio.
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