Una jubilada de la Pampa argentina, que cobra mensualmente una pensión de unos 146 euros, recibirá una herencia que asciende a 40 millones de dólares, después de que una prueba genética revelara que es hija no reconocida de un rico hacendado ya fallecido, para quien trabajó su madre.
El caso que conmocionó a los 120.000 habitantes de General Hacha, en la rica Pampa húmeda argentina, salió a la luz después de que un laboratorio confirmara que Eva Paole, de 68 años, nació por la relación secreta que mantuvieron el hacendado Rufino Otero y Josefa, una de sus empleadas domésticas.
"Capaz que me pueda comprar algo, no sé", dijo este viernes a la prensa Paole, al enterarse de la herencia millonaria que deberá administrar y que incluye 50.000 hectáreas de campos, miles de cabezas de ganado, inmuebles y hasta dos aviones.
Paole, a quien su madre nunca reveló el nombre de su progenitor, vivió durante años en uno de los campos de Otero junto a su marido, que allí trabajaba, y tras quedar viuda, sus tres hijos continuaron las tareas rurales en los campos del hacendado, que falleció en 1983 y no tuvo otros hijos.
Pero en 1999 la jubilada se presentó ante la justicia para confirmar los rumores que escuchaba desde hacía años, e inició una larga batalla con la familia de su padre, que concluyó días atrás con el resultado positivo de un análisis genético.
Sin embargo, la prueba de ADN fue hecha sobre el cadáver de la madre de Otero porque el cuerpo del hacendado fue robado de su tumba un mes después de la denuncia de Paole, cambiado por el de un desconocido y finalmente cremado para borrar cualquier rastro.
Tras la desaparición de Otero, su fortuna había quedado en manos de su viuda, que al morir en 1991, la donó a un sobrino, quien falleció el año pasado en Buenos Aires.
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