Tomarse un respiro y desconectar de las obligaciones laborales en vacaciones es fundamental, aunque haya quienes no lo consiguen, convirtiendo sus días de vacaciones en una verdadera odisea. La incapacidad de liberarse del estrés acumulado o la falta de felicidad al tener que afrontar demasiado tiempo libre de golpe, tiene un nombre y se llama síndrome del estrés vacacional.
También conocido como «depresión de la tumbona», es un término coloquial utilizado para hablar de la ansiedad, tristeza o estrés que experimentamos debido a las vacaciones. A pesar de no tener fundamento científico como tal, pues no existe una enfermedad registrada con ese nombre, es lógico que los cambios de actividad en nuestro día a día nos puedan hacer sentir desorientación, provocando que vivamos la nueva rutina con inseguridad e incertidumbre. Básicamente, estamos tan acostumbrados a un ritmo de vida agitado que, cuando finalmente llega el momento de descansar, nuestro cuerpo y mente reaccionan de manera inesperada, costándoles parar.
Esto no repercute sólo en nuestra salud mental, sino que puede llegar a hacerlo en la física. Según explican los expertos de TherapyChat, un concepto interesante en psicología con respecto a este tema es el «efecto let–down«, que ocurre cuando finalmente nos relajamos después de un periodo de estrés o trabajo duro y enfermamos. No es que trabajar nos estuviera protegiendo de ello, sino que, probablemente, nuestro sistema inmunológico estaba activado haciendo que estuviéramos más combativos ante las enfermedades.
Otro de las motivos de la “depresión de la tumbona” es el hecho de sentirse mal al no tener una actividad programada, algo normalmente relacionado con la «adicción al trabajo» o la dificultad de desconectar de las responsabilidades. Para algunas personas estar sin hacer nada resulta muy complicado, pudiendo no encontrar sentido a su vida o no sintiéndose capaces de centrarse en el momento presente. Para otras, la actividad es un mecanismo de defensa, que trasladan también a las vacaciones, terminando por convertirlas en un no parar.
Asimismo, la presión social también influye en la ansiedad estival, provocando la sensación de tener que «disfrutar al máximo» de las vacaciones y vernos en la necesidad de hacer planes complejos que podamos contar a la vuelta, estando más pendientes de ello que de lo que estamos viviendo. Un fenómeno que, además, se ha incrementado a raíz de las redes sociales.
Todas estas causas nos llevan a pensar que, en lugar de ver las vacaciones como un interruptor que apagamos, lo más adecuado sería abordarlas como una oportunidad para cambiar a un ritmo más lento, dándonos permiso para adaptarnos a él. Además, es fundamental contar con una serie de recursos para prevenir el estrés vacacional y mantenernos saludables durante el descanso, como los que aconsejan los expertos de TherapyChat:
- Maneja tus expectativas. Las vacaciones son un tiempo para vivir a otro ritmo en el que hay que tomar decisiones de qué hacer o qué no hacer. No estás obligado a hacer viajes fabulosos ni a tener todos los días experiencias idílicas. Lo realmente importante es vivir el momento presente.
- Mantén una rutina flexible. Aunque estés de vacaciones, tener alguna estructura horaria puede proporcionar una sensación de normalidad y reducir la ansiedad.
- Practica la aceptación. Permite que tus vacaciones sean un tiempo para relajarte y cuidarte. Trátate bien salgan las cosas como salgan.
- Conserva los hábitos saludables. Incluye en tus vacaciones el ejercicio físico, una alimentación balanceada y un sueño adecuado.
- No aglutines tu agenda. Las vacaciones no tienen por qué ser un programa de actividades inacabables. Precisamente su diferencia es el cambio de ritmo, no el ocuparte más que en temporada de trabajo o estudio.
- Haz posible la desconexión digital. Tómate un tiempo cada día para alejarte de tus dispositivos y simplemente disfrutar del momento.
Y, si sientes estrés o ansiedad, es importante reconocerlo, permitirte sentir esas emociones y, por supuesto, buscar ayuda profesional si es necesario.