De toda la vida, emprender ha sido cosa de valientes. De personas que decidían tomar las riendas de su vida profesional y poner en marcha su propia empresa con la que construirse un futuro. Hacía falta una pequeña inversión para arrancar, mucho esfuerzo, ilusión y horas de trabajo y, al final, si las cosas se hacían bien, los ingresos iban llegando y la empresa poco a poco iba creciendo y consolidándose. Muchas de las grandes compañías que hoy conocemos comenzaron como un pequeño negocio que alguien con visión supo dimensionar y llevar al éxito.
Hoy, el concepto de emprendimiento ha cambiado, motivado por la irrupción de la tecnología e Internet. Los ingredientes de base continúan siendo los mismos, pero el alcance del negocio va mucho más allá del comercio de barrio o de abrir delegaciones en otras ciudades. Hoy, emprender supone buscar nuevos modelos de negocio, en muchos casos de base tecnológica, y poder acceder a un mercado global. Y para ello, para escalar una empresa, hace falta financiación (así como para atraer y retener el talento necesario para asumir el reto). Y hace falta que los inversores confíen en su potencial y la apoyen en ese camino, incluso cuando, aunque todo vaya bien, saben que durante varios años no van a recibir beneficios.
El problema es que, en la actualidad, la difícil coyuntura económica está suponiendo un freno a la inversión en startups, como se denomina a las empresas emergentes con un modelo de negocio innovador y escalable. Y todas las fuentes de información apuntan a un fuerte descenso en el volumen de inversiones en empresas tecnológicas en el primer trimestre de 2023 respecto al mismo periodo del año anterior.
“Este es uno de los momentos más complicados de los últimos años para levantar capital. La incertidumbre económica y los malos resultados de los mercados financieros en 2022 han parado los pies de los inversores, y esto ha creado un efecto bola de nieve. Muchas startups necesitaban esa inversión para seguir vivas, y ya empezamos a ver que algunas echan el cierre. A su vez, esto provoca que los inversores perciban más riesgo y dificulten aún más la financiación. Lo positivo es que quienes sobreviven a momentos de crisis siempre tienen una posición aventajada en su mercado”, explica Miguel Camiña, cofundador de la fintech de asesoramiento financiero Micappital.
Por su parte, Felipe Vieira, cofundador de Networkme, plataforma de desarrollo profesional que conecta a estudiantes con empresas, añade: “Lo normal ahora es encontrar inversores mucho más reacios al riesgo, más exigentes con la forma en que la empresa está gastando el dinero y generando ingresos. Las empresas que en los últimos años han obtenido valoraciones elevadas y disparatadas se verán probablemente abocadas a una ronda a la baja, lo que podría perjudicar a los inversores y a la tabla de capitalización de la startup”.
En este mismo sentido se manifiesta Erik Podzuweit, fundador y co-CEO de la plataforma europea de inversión Scalable Capital. “El comportamiento de los inversores ha cambiado. Ahora se fijan más en la rentabilidad de las empresas en fases avanzadas. Sin embargo, aquellas empresas emergentes con modelos de negocio sostenibles y una ventaja diferencial, o Propuesta Única de Venta (PUV), siguen atrayendo a los inversores. La clave está en mostrarles cómo se planea lograr la rentabilidad. La atención se ha desplazado del puro crecimiento a cómo crear y escalar negocios rentables”.
El reto de enfrentarse a una ronda
Enfrentarse a una ronda de financiación es un reto que trastoca en cierto modo la actividad de una startup. Como explica Miguel Camiña, “es un momento delicado que tiene un alto riesgo de descentrar al equipo de la tarea principal del negocio y hacer que se pierda el foco”. La fintech está en pleno proceso de ampliación de capital, para captar en torno a 600.000 euros con los que poder escalar su negocio de inversión y seguros. “Buscamos apoyos en nuestros propios socios para que nos ayuden a generar la confianza que necesitamos transmitir a los potenciales inversores”, apunta.
También Flatio, plataforma de alquiler mensual de viviendas para nómadas digitales y trabajadores en remoto, tiene previsto cerrar ronda durante el próximo año, y está en pleno proceso de preparación de su estrategia, propuesta de valor, objetivos y evaluación del capital necesario para alcanzarlos. “En este momento tenemos un cash-flow positivo, pero sabemos que creceremos mucho más rápido con capital externo. Aún no hemos hablado directamente con fondos, pero sí sabemos que hay mucha presión para generar beneficios operativos y que la valoración ha bajado, así que el dinero (la financiación) es mucho más caro”, indica Radim Rezek, CEO de la compañía.
En el caso de Networkme, cerró su ronda semilla el pasado mes de septiembre, y su prioridad ahora es ser lo más eficaces posible como empresa, generar dinero a través de las ventas y, probablemente, abrir una próxima ronda de financiación en el segundo semestre de 2024. “Es importante estar siempre hablando con posibles inversores, comprendiendo la situación del mercado y preparando tus datos para el momento en que inicies tu ronda. Hoy día, es fundamental construir relaciones a largo plazo con inversores potenciales”, comenta Felipe Vieira.