El comienzo de año se plantea como el momento perfecto para realizar cambios en la mente de la mayoría de los ciudadanos. Y es que, habitualmente, los seres humanos funcionamos por etapas y ciclos y necesitamos periodos de inicio y fin a los que aferrarnos para sentir que tenemos cierto control sobre nuestra vida y nuestro tiempo.
Es por ello que el comienzo de un nuevo año nos ofrece la excusa perfecta para permitirnos parar sin sentirnos culpables por ello, y empezar así a hacer todo aquello para lo que nunca encontrábamos el momento adecuado. Tras hacer balance de todo lo conseguido y de aquellas cosas que nos han quedado pendientes, llega el momento de elaborar la lista con nuevos propósitos de Año Nuevo.
Sin embargo, no son pocas las ocasiones en las que estos objetivos están presididos por antiguas metas no conseguidas en años anteriores. Muchas veces nos negamos a asumir que somos personas que estamos en constante cambio, crecimiento y evolución y queremos aferrarnos a aquello que conocemos sin darnos cuenta de que, quizá, ya no tiene nada que ver con cómo somos actualmente.
Por ello, en vez de crear nuevos propósitos de cero, continuamos eligiendo aquellos que alguna vez intentamos pero que nunca conseguimos cumplir. La simple idea del cambio puede asustarnos lo suficiente como para preferir quedarnos con nuestros viejos hábitos antes que esforzarnos por encontrar nuevos caminos.
Pero, aunque es cierto que no hay que olvidar la importancia de aprender de las experiencias pasadas y nuestros antiguos propósitos nos pueden servir como punto de partida para averiguar qué queremos y qué no queremos a día de hoy, seguir eligiéndolos una vez más puede no ser una buena idea puesto que, en vez de permitirnos tener un crecimiento pleno, nos arrastraría hacia un pasado con el que ya no conseguiremos conectar de la misma manera. Además, estos propósitos anteriores ya tendrán en nuestra mente una connotación negativa que resultará difícil de cambiar y que provocará que, al final, lo abandonemos una vez más.
- Escoger propósitos nuevos y realistas te ayudará a cumplirlos
En este sentido, es importante establecer nuevos propósitos que partan del aquí y el ahora, de las personas que somos en este momento y teniendo en cuenta en qué proyectos estamos dispuestos a implicarnos. Iniciar un nuevo ciclo es la oportunidad perfecta para recargar energías, volver a empezar, tener nuevas metas, hacer cambios, retomar hábitos que quizá hemos perdido, etc. En general, de ordenar nuestra mente para dejar espacio a nuevos proyectos que nos ilusionen.
Así, es recomendable, antes de establecer la lista de nuevos propósitos, realizar ejercicios de introspección o meditación en los que nos escuchemos a nosotros mismos y conectemos con el momento presente. De este modo, lograremos situarnos en la perspectiva de quiénes queremos ser y de cómo queremos vivir para poder establecer metas acordes a esos elementos.
Por otro lado, para no abandonar nuestros propósitos, debemos tener objetivos realistas y que dependan de uno mismo. Es importante que no solo nos centremos en la persecución de grandes logros, sino que lo fraccionemos en metas más pequeñas y a corto plazo que nos motiven a seguir avanzando.
Las metas que se puedan ir cumpliendo paso a paso favorecerán la posibilidad de cumplir los objetivos y evitarán los sentimientos de ansiedad y estrés por intentar lograrlo todo al mismo tiempo. Asimismo, será mejor establecer prioridades y focalizar nuestra atención en un solo propósito hasta conseguirlo que tener tantos que acabemos abrumados y optemos por abandonarlos todos. Tener un objetivo bajo control nos ofrecerá la motivación necesaria para poder empezar con un segundo propósito, habiendo alcanzado ya una de nuestras metas.
En definitiva, al contrario de lo que pueda parecer, fijar buenos propósitos de Año Nuevo es una tarea ardua que requiere de un tiempo de análisis personal, motivación y perseverancia. Por ello, los expertos de TherapyChat nos han ayudado a elaborar una serie de recomendaciones que te servirán de guía y te facilitarán este proceso:
- Centrarnos en objetivos que nos puedan hacer crecer.
- Centrarnos en cosas que queremos hacer y no en aquello que “debemos” hacer. Los “debería” se perciben como una obligación que no suele motivarnos y, si bien es cierto que hay cosas que debemos hacer, por ejemplo, por salud o por trabajo y necesariamente debemos encontrar la fuerza para hacerlo, a la hora de marcarnos objetivos conviene pensar en lo que queremos y estamos dispuestos a lograr.
- Ser realistas y valorar cuáles de estos objetivos podremos llevar a cabo. Es mejor apostar por pequeñas metas alcanzables que por muchas metas que no podremos lograr.
- Visualizar cómo queremos que sea el nuevo año y establecer objetivos en base a ese criterio.
- Definir los objetivos con el acrónimo SMARTER (específico, mensurable, ambicioso, retador, temporalizado, ecológico, recompensante), escribirlos y hacer un seguimiento de su logro.
- Escribir el plan de acción para conseguir los objetivos, hacer el seguimiento y aplicar los posibles ajustes que el plan vaya necesitando.
- Recuerda que esta época siempre es un buen momento para dejar atrás las cosas que no son útiles ni sanas y que solo aportan ruido, para poder dar un nuevo comienzo a nuestra vida con renovada ilusión.