6 de noviembre de 2024
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La primera impresión sí es la que cuenta

La primera impresión sí es la que cuenta

¿Quién no se acuerda de su primer día en una nueva posición o incluso en tu primera incorporación a una organización? ¿Qué fue lo más importante para tí?

Lo que hoy sucede en las Apps para conocer a tu pareja ideal, se podría comparar sin apenas distinción, con el proceso que guía a una persona al llegar por primera vez a una organización (también conocido como “onboarding”).

En estas Apps compartimos fotos e información para comenzar a conocer a la otra parte, y lo mismo sucede cuando enviamos un currículum (CV), un vídeo de presentación o rellenamos un formulario de empleo. Por lo cual, el proceso de “onboarding” empieza antes de que la nueva incorporación ocupe su puesto el primer día. Pero esto pasa a un segundo plano, porque lo realmente importante es esa primera cita. Hablo de esa primera vez que se enciende la cámara o de esos primeros encuentros donde estamos expectantes y esperando que la magia ocurra, cara a cara…

¿Quién no se acuerda de su primer día en una nueva posición o incluso en tu primera incorporación a una organización? ¿Qué fue lo más importante para tí?

En mi caso, ese “coqueteo” del que hablaba, empezó de forma muy natural, un tiempo antes de formar parte de Thinking With You. Podría hasta decir que, de alguna manera, ya me sentía parte antes de mi primer día con el equipo.

Recuerdo que compartimos algunas sesiones de ideación, conversamos varias veces, estuve en algún espacio colaborativo… Nos fuimos conociendo poco a poco hasta que decidimos experimentar y “rozarnos” (como decimos en Thinking) para descubrir si nos “enamorábamos”. Todo tan real como la vida misma en las Apps.

Y ¿por qué resulta vital para las organizaciones?

Os comparto algunos datos:

  • Un informe publicado por Glassdoor, revela que las organizaciones con un sólido proceso de incorporación, logran mejorar en un 82% la fidelización de nuevas contrataciones y en más del 70% la productividad.
  • Por otro lado, el informe ‘State of the American Workplace’, Gallup indica que solo el 12% de los profesionales manifiesta estar ‘totalmente de acuerdo’ acerca del buen trabajo que su organización hace a la hora de incorporar nuevos empleados, lo cual supone una importante pérdida de reputación de cara al talento interno y externo.
  • Asimismo, varios estudios llevados a cabo por Human Capital Institute (HCI) revelan una cierta ineficacia en el proceso de reclutamiento, dado que el 58% de las organizaciones consultadas asegura que su programa de incorporación se centra en procesos y papeleo, y una escasa duración.

Si centramos el proceso de “onboarding” sólo en la parte operativa y no hacemos de él una verdadera experiencia para la nueva persona, estamos destinados a ser parte de las anteriores estadísticas.

Tan importante es la parte operativa como la cultura de la organización y la propia experiencia personal. Y aquí enlazo, brevemente, con la importancia del “auto-onboarding”, que debe estar sustentado en la autonomía, la responsabilidad, la proactividad y la automotivación por parte de la persona recién llegada, y en la confianza depositada por el equipo existente.

En mi caso, esta fue casi la única forma posible de vivir esos primeros meses, ya que mi incorporación fue 100% online debido a la famosa pandemia.

Recuerdo estar en casa, sentirme muy acompañada en la distancia, y a la vez, auto-gestionando todo lo que iba aprendiendo y sintiendo.

Algo muy importante para no caer en la trampa de un “onboarding” anodino, es tener un guía o “buddy”, como lo llamamos en Thinking With You, que puede ayudar a equilibrar la balanza entre lo operativo y lo cultural.

Un guía o “buddy” es una persona del equipo que, voluntariamente, levanta la mano para acompañar en esos primeros pasos y cuidar de la experiencia de la persona que llega.

Uno no es buddy para siempre y, a la vez, dependerá de la relación nacida de esos primeros encuentros y de las necesidades emergentes.

Lo que sí es seguro es que un buddy regala esa paz emocional necesaria para eliminar los nervios del aterrizaje.

En mi caso, mi “buddy” me dio la mano el primer día y saltó a muchos vacios conmigo. Recuerdo que en las primeras horas ya me había propuesto varios desafíos, y la verdad es que apenas me conocía pero me hizo sentir que confiaba en mí. Y eso fue un regalo que guardo con mucho cariño.

Mi buddy se ha convertido en mi persona favorita, mi compañero de emociones muchas veces, y alguien a quien recurro en diferentes situaciones.

Pero no siempre tiene que suceder esa magia. Lo imprescindible es que en los primeros pasos la persona se sienta acompañada y cuidada.

¿Cuánto debe durar el “onboarding”?

Me gusta decir que ni mucho ni muy poco. Y vuelvo a traer la distinción entre lo operativo y lo cultural. Lo operativo puede durar hasta que la persona sepa hacer por sí misma lo que necesite en su día a día, en cambio, el tiempo para descubrir la esencia de la organización y el sentir-se en la organización es independiente de cada persona.

Jugará un papel muy importante la mirada sistémica y la cultura de liderazgo, pero esto es parte del siguiente post.

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