El OEPCI, entidad pionera en España en la investigación y promoción del crecimiento inclusivo, habla de la formación y el empleo como claves para una recuperación inclusiva. En su último informe, Crecimiento inclusivo. En busca de una prosperidad compartida, analiza la situación del empleo en España y ofrece una guía para la acción, buscando comprometer a las empresas en el combate contra la desigualdad y la pobreza, agravadas por la crisis económica de la COVID-19.
Los expertos consultados por OEPCI advierten del peligro de que desempleo e inestabilidad laboral se conviertan en problemas crónicos. Mónica Gil-Casares, coordinadora de la investigación, apunta: “Es necesario pensar a medio-largo plazo. Debemos considerar que crear y mantener el empleo es clave en la lucha contra la desigualdad”. David Menéndez, de Bankia, coincide con ella en “la urgencia de pensar a medio plazo para no hacer crónico el proceso”. Ante este desafío, el informe del OEPCI también recoge soluciones para crear nuevas oportunidades y mejorar la situación.
Alfredo Pastor, profesor emérito del Departamento de Economía de IESE Business School, analiza la desigualdad diferenciando entre pobreza, como situación extrema, y exclusión, “que muchas veces es parte inherente del desarrollo económico, con capacidad para dejar atrás a más personas”. Más allá de las medidas meramente asistenciales, el académico refuerza la tesis del OEPCI: educación y trabajo son dos canales clave para corregir la desigualdad en España, fomentar la inclusión y crear nuevas oportunidades.
Lucía Gorjón, investigadora de Initiative for Socio-Economic Analysis and Knowledge (ISEAK), coincide con Pastor: “El acceso al empleo es el primer paso para la inclusión social”.
Jóvenes invisibles
La directora del área de Formación y Empleo de la Fundación Tomillo, Marta Martínez, es una de las voces que reclaman en el informe una “autocrítica pendiente” también a las organizaciones empresariales. Martínez invita a los departamentos de Recursos Humanos de las empresas hacer un ejercicio de humildad para dejar de tener lo que denomina jóvenes invisibles: “Por ejemplo, estoy pidiendo un puesto de administración y exijo que sea licenciado con tres idiomas. Esta situación ha provocado que las empresas hayan creído que meter en cualquier rol a una persona muy cualificada era lo acertado. Sin embargo, no han pensado qué necesito para este puesto, qué competencias requiero y qué me está ofreciendo el mercado, preguntas clave”.
Nuevas soluciones a nuevos retos
1. Mayor coordinación entre empresas, sistema educativo y servicios de empleo.
Los entrevistados por OEPCI subrayan como una de las causas del empobrecimiento del mercado laboral la escasa coordinación entre los servicios públicos de empleo, el sistema educativo y las organizaciones empresariales. La adecuada conexión entre estas tres áreas, así como la promoción de políticas fiscales favorables para la generación de empleo, marcarán a corto plazo el éxito o el fracaso de la reconstrucción económica tras la pandemia.
2. Dar un espacio a la Formación Profesional
Si se reconociera el valor de la Formación Profesional (grados medios y grados superiores) en nuestro mercado laboral, se facilitaría el empleo para miles de personas. Conviene que los equipos de recursos humanos revisen los perfiles demandados, centrándose en qué necesitan para un puesto y qué competencias requiere ese trabajo.
3. Mandos de decisión profesionalizados
Las administraciones públicas se benefician y ofrecen mejores servicios cuando incorporan perfiles menos políticos y más técnicos, con experiencia en el ámbito de que se trate (social, empleo, educación, etc.), con una voluntad real de colaboración, con medidas que faciliten e incentiven el trabajo conjunto entre las administraciones, el sector empresarial y sector social.
4. Atención a los derechos laborales
Desde el OEPCI insisten en que es más pertinente que nunca proteger el derecho al trabajo y pensar en la ocupación, no únicamente desde la dimensión productiva y económica, sino también poniendo a las personas en el centro. De ese modo, se avanzaría en el objetivo 8 de la Agenda 2030, que subraya la importancia de “promover el crecimiento económico, sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos”.
En el contexto actual, que requiere impulsar la formación ante la evolución tecnológica, Josep Mestres, economista de Caixabank Research, propone “la creación de cuentas personales que acumulen derechos a lo largo de toda la vida laboral y que los trabajadores pueden usar para cobrar un subsidio de paro en caso de pérdida de empleo, pero también para pagar cursos de formación”. Es una posible solución para asumir los costes económicos que supone este esfuerzo tecnológico y de formación.
En empleo, “los datos nunca han sido buenos”
El informe del OEPCI refleja cifras y datos como radiografía de la situación actual que vive el país. Por ejemplo, España se ha convertido, según información de la Comisión Europea, en el Estado miembro de la Unión Europea con peores datos de desempleo entre los menores de 25 años. En el mes de agosto de 2020, casi un 44 % de los jóvenes españoles no tenían trabajo.
El hecho de haber triplicado la media de la zona euro puede justificarse, en parte, por la crisis económica provocada por la emergencia sanitaria, pero lo cierto es que, según la investigación, los datos nunca han sido buenos. En 2019, la tasa de paro entre jóvenes de hasta 29 años con estudios universitarios fue del 16,7 %. Era la cifra más alta de Europa junto con Italia. Además, entre los años 2000 y 2019, el nivel de paro entre los jóvenes se situaba en torno al 34%.
El OEPCI ya se hizo eco de esta situación en su I Informe El camino hacia el empleo juvenil. Qué puede hacer la empresa, publicado en el año 2017. En esa primera publicación se llegaba a la conclusión de que “los jóvenes suponen el 20% de la población mundial, pero el 100 % de nuestro futuro”.
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