El trabajo deslocalizado, el teletrabajo, la virtualidad…; todo esto ha llegado para quedarse. Los jefes creían que las personas teletrabajando rendirían menos, que no se podría supervisar su trabajo, que sería imposible coordinar el equipo,… Nada de esto ha ocurrido. Las redes de comunicación funcionan muy bien, los empleados son en su inmensa mayoría muy responsables, la coordinación y la supervisión funciona mejor que antes y la productividad está creciendo.
Este descubrimiento trae asociados varios cambios muy concretos. Una vez comprobado que esta forma de trabajar es posible, no se puede dejar de considerarlo una alternativa. ¿Cómo vamos a digerir atascos de una hora para llegar a trabajar, si no son necesarios? ¿Por qué voy a viajar a otra ciudad para tener una reunión? ¿Por qué voy hacer reuniones presenciales de dos horas, si en remoto duran la mitad? ¿Para qué quiero en la empresa un inmueble donde quepamos todos a la vez, si va a estar parcialmente vacío la mayor parte del tiempo.
En palabras de Gonzalo Martínez de Miguel, CEO y Director del «Acelerador del Talento Directivo» de INFOVA, «para qué voy a contratar un talento de mi misma ciudad, si el talento trabaja on-line. De hecho, esta situación es una gran oportunidad para los trabajadores freelance, que han visto como el trabajo deslocalizado multiplica su mercado natural».
- Empresas sin jefes. Holocracia. Habrá jefes, responsables, coordinadores… cambiará la nomenclatura, pero seguirá habiendo una jerarquía funcional en las organizaciones. Otra cosa es que se está redefiniendo la figura del jefe, que tiende a dar más autonomía a los empleados. Tendremos menos colaboradores que trabajan al dictado. También surgirán nuevas estructuras de colaboración entre iguales, donde nadie será jefe de nadie. Pero eso ya existe. El jefe será el cliente y cada profesional decidirá con que otros profesionales se siente cómodo trabajando y en qué proyectos se quiere involucrar.
- Compañeros robots. Se robotizará y automatizará todo lo posible, pero veremos una tendencia a humanizar las empresas y las relaciones. Los robots son máquinas que formarán parte del entorno, como hoy en día lo son los ordenadores y los móviles. «Tomaran decisiones predefinidas en función de las circunstancias, pero no se acercarán a la cocina a felicitarte el día de tu cumpleaños y compartir un aperitivo», matiza Martínez de Miguel.
- Jornadas de 4 días semanales. La jornada será de 4 días. Veremos también que el día, o la jornada, dejará de ser la unidad de medida del trabajo. Tendremos un trabajo que hacer y un plazo de entrega. En cuanto tiempo lo hagas no será parte de la conversación. Pero lo que veremos ya, es que iremos un par de días a la semana a trabajar y el resto del tiempo trabajaremos desde casa.
- Paridad de mujeres en puestos directivos. Esto va a ocurrir por la dinámica de los tiempos que vivimos. Además, el teletrabajo abre oportunidades de conciliación y de gestión de la propia agenda, que pueden ser una oportunidad para muchas personas. Al mismo tiempo tiene el riesgo de no ser capaz de separar el tiempo personal del laboral.
- Trabajo por proyectos y rotación de equipos. Muchos trabajadores lo van a ser por proyectos, formando parte de equipos que se crean de forma específica y se desmontan una vez que el proyecto ha terminado. Quien es tu jefe en un proyecto, podrá ser tu colaborador en el siguiente, lo que cambiará la relación jefe colaborador. Todo esto nos obligará a cambiar la legislación y los hábitos de trabajo.
«En muy poco tiempo las personas trabajaran una parte de su tiempo en sus lugares de descanso, en su casa en la costa, en el pueblo o el campo. Si llevamos una buena conexión de internet a la España vaciada, habremos resuelto el problema de la despoblación», concluye el CEO de INFOVA.
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