Mamparas, geles y mascarillas no serán las únicas cuestiones que plantear este otoño. Trabajar sin coincidir para cafés, interactuar digitalmente con desconocidos o crear valor en clientes sin el apoyo del cara a cara serán todo un reto para muchos.
Estamos ante un nuevo salto tecnológico cargado de fuertes componentes emocionales. Un viaje donde la gestión que de ellos hagan los equipos de Recursos Humanos será clave para éxito. Como especialista en mentalidad digital, recomiendo actitudes que ofrecen garantías cuando nada es seguro.
1. Ir más allá de las habilidades digitales desarrollando mentalidad digital en todo el equipo
Se precisan nuevas capacidades, pero también nuevos esquemas de valores y relaciones de marcada cultura digital que den protagonismo a las personas. Desarrollar esas actitudes digitales que ya existen agazapadas en el equipo es fomentar la creatividad promoviendo ideas y pilotos que validen su impacto en el negocio, es canalizar el talento del empleado innovador y es ayudar a superar la desconfianza hacia quienes brillan. Pero también es desarrollar nuestra propia mentalidad digital para trabajar desde el ejemplo, con proyectos transversales “en voz alta” apoyados en redes y reconociendo esfuerzos de crecimiento y de ayuda a quienes van más rezagados.
Complementar la formación en herramientas con el desarrollo de una mentalidad digital aporta una ventaja competitiva a considerar.
2. Incorporar (todos) el aprendizaje continuo durante la jornada laboral
Hoy sabemos que la velocidad de aprendizaje de una organización es determinante y que quien no aprenda a formarse mientras trabaja, asumiendo formatos diferentes a los acostumbrados, no dará la talla. El nuevo modelo pasa por recuperar el aprendizaje como una responsabilidad compartida entre el profesional y su empresa. Poniendo de nuestra parte empuje, curiosidad y más capacidades autodidactas. Y pidiendo a nuestra empresa contexto, espacio, herramientas especializadas y más proyectos colaborativos.
Facilitar contextos para la creación de entornos personales de aprendizaje (PLEs), para aprender de tus compañeros (P2P learning) o para hacerlo de referentes en RRSS es alimentar ese longlife learning o apetito por “aprender de todo y de todos”, que es el verdadero salto de gigante, como se pone de manifiesto en los programas de recursos humanos para el desarrollo profesional UNIR.
3. Fomentar la creación de relaciones de alto valor en escenarios de distancia social
La distancia social aumentará la lista de actividades que dejaremos de hacer cara a cara para realizar por medios digitales mientras trabajamos desde casa o en la oficina. Y aunque estamos descubriendo que no es necesario sentarse en vis a vis ni para presentar una idea, ni para tomar una decisión, ni para acometer una tarea conjunta, también estamos comenzando a caer en la cuenta de que mantener relaciones de alto valor cuando tu nivel de interacción baja o valorar el rendimiento de un equipo al que no ves no es tan fácil como se puede pensar.
Vamos a seguir haciendo mucho trabajo en remoto por lo que será buena idea poner foco a las capacidades que necesitamos para triunfar en nuestras relaciones digitales tanto como en el cara a cara.
4. Pasar del control a la confianza para hacer brillar a la gente
Innovar no es reinventar modelos que ya existen sino prescindir del camino corto de la copia para abrazar la hoja en blanco, para replantear la necesidad no resuelta. Innovar solo es posible abrazando riesgos, practicando la rebeldía y el inconformismo ante lo calificado de imposible. Pero ¿cómo pueden las organizaciones actuales asumir los potenciales conflictos con el ‘statu quo’ de productos, personas o procesos que la innovación desplaza? Sólo comprendiéndola en profundidad podrán liberarla.
Repensar la gestión del empleado innovador desde un cambio de formas y de fondos ayudará sin duda a que fluya la tan necesaria corriente de innovación.
5. Echarle mucha pasión y sonrisas sin límite
Hacer bien tu trabajo ya no es suficiente y en las empresas comenzamos a considerar actitudes que en otros tiempos eran descartadas como el autoliderazgo, la marca personal, el intra-emprendimiento, o la capacidad de influencia. Aprender a liderarnos a nosotros mismos, a formarnos por nuestra cuenta, a desarrollar un valor para el equipo en base a reconocer y fomentar eso en lo que somos buenos requiere tanta capacidad, energía y trabajo que sólo es posible hacerlo llenando tu mochila de energía positiva.
No hay otra receta que desarrollar nuestra pasión y nuestro entusiasmo por el cambio y por aportar valor en esta nueva era. Y eso, aunque el entusiasmo no se puede forzar, se puede (y se debe) contagiar.
Los profesionales de Gestión del Talento tienen ante sí el reto y la oportunidad de hacer de faro y guía en este viaje tecno-emocional, catalizando todo el proceso. Ayudando tanto a los de arriba a desjerarquizar decisiones cambiando control por confianza, como a los de abajo a adquirir mayor protagonismo potenciando la autogestión de su tarea y de su desarrollo profesional.
En UNIR, La Universidad de Internet sabemos que comenzar con buen pie es comenzar por trabajar con todo el equipo, nosotros mismos incluidos. Porque navegar en la era digital implica contar con personas mentalmente fuertes, proactivas, apasionadas y receptivas a lo que ocurre a su alrededor. Es por ello, que a través del PROGRAMA AVANZADO EN RRHH DIGITAL cultivamos una mentalidad más digital en quienes tienen ante sí el reto de marcar el rumbo de sus naves.
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