El trabajo es el lugar donde más horas pasamos a lo largo del día, por eso, no es solo importante tener la suerte de dedicarnos a algo que nos guste, también cuenta el ambiente laboral. Poder ser productivos se vuelve una ardua tarea si nos topamos con compañeros “tóxicos”. No obstante, debemos trabajar la empatía, el respeto y mantener un ambiente lo más cordial posible. Lo más positivo en estos casos es alejarnos y rodearnos de aquellos que nos motivan y fomentan nuestras ganas de querer superarnos cada día.
Tipos de compañeros de trabajo
Aunque no existe un patrón exacto, es frecuente encontramos con ciertos tipos de compañeros. A continuación os ponemos algunos ejemplos para que podáis identificarlos.
- El victimista. Seguramente te suene. A todo le saca alguna connotación negativa, todo lo malo le toca a él, la gente está en su contra, etc. Es normal que a veces estemos disgustados si surge algún problema, que nos asignen una tarea no deseada o tengamos un conflicto con algún compañero, pero el victimista lo potencia y tampoco busca soluciones.
- El bocazas. Sí, dice lo que le viene a la cabeza sin pensar, en el momento menos indicado y a la persona menos apropiada.
- El manipulador. Con su poder de convicción logra persuadir al otro, tergiversa para conseguir lo que quiere. Utiliza a los compañeros para alcanzar sus metas y no dudará en pasar por encima.
- El vago. Siempre pospone las tareas, demuestra su poca motivación día tras día. Siempre tienen alguna excusa preparada (cansancio, dolor de cabeza, el niño ha dado mala noche, etc.) Tiene poca predisposición y trabaja lo justo para pasar el expediente.
- El cotilla. Conoce todas las novedades personales de los compañeros y no duda en compartirlas en los corrillos.
¿Cómo actuar si te encuentras con alguno de ellos?
Si en nuestro trabajo contamos con alguno de estos perfiles, es probable que la productividad se vea mermada, vayamos con desgana, disminuya la creatividad, etc. Sin embargo, no tenemos que dejarnos vencer. Lo primero que debemos hacer es poner límites y practicar la empatía. No dejar que el entorno negativo nos afecte es importante, por eso hay que focalizarse en los objetivos.
Por último, aprovecha el tiempo de descanso para desconectar y socializar con aquellas personas que te aportan un chute de energía para continuar con el trabajo.
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