El envejecimiento poblacional, derivado de la reducción de las tasas de fertilidad y el aumento de la esperanza de vida, supone una transición demográfica que afectará de manera estructural a la economía de manera global en el medio y largo plazo. El último informe publicado por el Servicio de Estudios de MAPFRE, y presentado hoy en Deusto Business School, en relación a esta transición, ofrece un análisis de los efectos macroeconómicos de una pirámide regresiva y su impacto en las áreas de la vida social vinculadas intrínsecamente a los patrones demográficos, como son las pensiones y la salud pública. Además, ofrece distintas consideraciones en relación a las políticas públicas para poder hacer frente a estos desafíos.
El crecimiento exponencial de la población jubilada podría estar detrás de tres grandes tendencias actuales: la creciente interdependencia financiera, el estancamiento secular y el aumento de la desigualdad económica. Actualmente, más del 25% de la población mundial es mayor de 60 años y la edad media se acerca a los 40, lo que explica que la tasa de dependencia madura actualmente supere el 50%.
El dividendo demográfico y su efecto en el crecimiento
El envejecimiento poblacional es el resultado de un descenso continuado de las tasas de fertilidad sumado a un aumento de la esperanza de vida. La principal consecuencia de este cambio demográfico consiste en un incremento del ratio de dependencia adulta, que redunda en una reducción importante de la fuerza de trabajo.
En este contexto, el fenómeno que se experimenta en la actualidad debe ser entendido como una suerte de agotamiento del dividendo demográfico que, transitoriamente, supuso un impulso al crecimiento económico.
Tasas de dependencia
Otra de las consecuencias más notables de la incremento de la esperanza de vida se deja ver en las tasas de dependencia (índice demográfico que expresa la proporción existente entre la población dependiente y la activa, de la que aquella depende) que van a verse directamente afectados por el aumento dramático de la población envejecida. Según el informe, en Europa, Australia y América del Norte el ratio presenta en la actualidad (2019) valores por debajo de cuatro personas en edad de trabajar por cada persona que alcanza la edad de jubilación. En las proyecciones a cuarenta años (2059), en el Sur de Europa y Europa Occidental ese ratio queda por debajo de 1,5 personas en edad de trabajar por cada jubilado.
Este estudio busca complementar los esfuerzos que ha venido desarrollando MAPFRE en coordinación con la Deusto Business School, bajo el concepto de ageingnomics, la nueva economía del envejecimiento. A partir del inevitable desafío que implica la transición demográfica, el proyecto de ageingnomics tiene entre sus propósitos identificar las oportunidades para que una población más longeva pueda seguir contribuyendo al desarrollo económico y social, abriendo nuevas oportunidades en el campo laboral y de la creación, así como en términos de su contribución al ahorro y consumo.
Si quieres consultar el informe completo, haz clic aquí.
Los comentarios están cerrados.