Según un nuevo estudio encargado por RICOH, más de la mitad de los empleados (el 52%) declara que las empresas no consiguen cubrir las necesidades de las distintas generaciones que coexisten en un mismo lugar de trabajo. La conclusión más evidente señala una trayectoria de choque en el entorno empresarial, ya que, por primera vez en la historia, se incorpora a la población activa una cuarta generación, la generación Z: los jóvenes que ahora tienen diecinueve años o menos.
¿Pero qué espera y desea exactamente la generación Z? ¿Merecen la dura etiqueta de personas excesivamente exigentes, devoradoras de contenidos, que solo buscan la satisfacción inmediata? Una encuesta realizada a más de 3.300 personas de las cuatro generaciones en 22 países de Europa, Oriente Medio y África, responde a esta pregunta con un rotundo «no».
Los miembros de la generación Z son únicos. Han tenido una fuerte influencia de sus individualistas padres de la generación X, han oído las historias de sus abuelos, quienes fueron a su vez hijos del baby boom, y han sido testigos de los éxitos y fracasos de los hijos del milenio. La combinación de todo esto con su apetito por lo digital, significa que cuentan con una sólida base para desarrollarse y educar a los demás en un mundo empresarial en constante evolución y cada vez más exigente.
La buena noticia es que la mayoría de los trabajadores de todas las generaciones (el 88%) considera que contar con una plantilla de diferentes edades supone un activo para las empresas. Sin embargo, la encuesta desveló un importante reto que los directivos deberán superar. Más de un tercio (el 35%) de los empleados de más edad anticipa que las tensiones en el lugar de trabajo aumentarán con la llegada de la generación Z a sus empresas. Con la siguiente ola de cambios provocados por la tecnología, que sin duda va a irrumpir y alterar más aún el entorno de trabajo, es fundamental establecer entornos que realmente faciliten y motiven el trabajo armonioso y productivo de todas las generaciones.
David Mills, director ejecutivo de RICOH Europe, señaló: “De la misma manera que la digitalización ofreció muchas posibilidades, la llegada de la generación Z abre una amplia gama de oportunidades a todas las empresas. Con solo un 7% de PYMES vendiendo a través de las fronteras de la UE, los miembros de la generación Z que accedan en el futuro a puestos directivos estarán perfectamente situados para liderar una forma de trabajar sin fronteras y garantizar que sus empresas compitan en un mercado regional único. Las grandes organizaciones también se beneficiarán. La experiencia y conocimiento del negocio que adquieran en el futuro los miembros de la generación Z, junto con la educación en la conectividad y colaboración a todos los niveles, hará que jueguen el papel de promotores de la agilidad en las empresas más grandes. Mientras tanto, el constante apetito de esta generación por la innovación en la forma de trabajar (donde la constante corriente de innovadores y nuevos productos, procesos y tecnologías, es la norma) será un factor clave para los actores de los mercados verticales que busquen la globalización”.
La encuesta reveló que el 65% de los encuestados reconoce que hay diferencias fundamentales en la forma de trabajar de los empleados de cada generación. El contraste más evidente surgió en sus respectivas actitudes, expectativas y estilos de trabajo. La comunicación cara a cara, aun siendo el método preferido de todos los grupos de edad, sufre un descenso generacional. La preferencia por ella cae desde el 77% entre los hijos del baby boom al 58% en la generación Z. Por otro lado, el 73% de los miembros de la generación Z cree que su futuro empleador responderá a sus necesidades, en oposición al 48% de las otras tres generaciones.
Mills añadió: “No hay duda de que la generación Z se encamina hacia una crisis de realidad y las empresas deben adaptarse ya. Intentar constreñir a los empleados (especialmente a los de la generación Z) con las mismas formas tradicionales de trabajar, y obligarles a utilizar las mismas herramientas, sencillamente no funcionará. Las personas son a menudo el mayor diferenciador para una organización, y las empresas de más éxito serán aquellas que puedan capacitar y comprometer a todas las generaciones de su plantilla, desde los más experimentados hasta los jóvenes más prometedores”.
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