Termina el verano y la vuelta al trabajo se hace cuesta arriba. Quien se encuentre en esta situación es posible que esté sufriendo la conocida depresión postvacacional. Este proceso psicológico se caracteriza por una sensación de cansancio, apatía, falta de concentración y somnolencia y, aunque no está aceptado como enfermedad, toda persona está expuesta a ello.
Según estudios médicos, cerca del 35% de la población ha sentido alguna vez algunos de estos síntomas. Principalmente, personas de entre 45 y 55 años que han cambiado sus ritmos biológicos (costumbres, horarios, etc.) durante las vacaciones. El lado positivo es que suelen remitir a las dos semanas.
En AgioGlobal sabemos lo duro que puede ser la vuelta a la rutina, por eso recomendamos una serie de pasos que ayudan llevar mejor este duro proceso.
Para empezar, el mejor remedio contra la depresión postvacacional es la prevención. Obviamente, no es lo mismo trabajar en algo que gusta y tener unas vacaciones relajadas que ocupar un puesto sometido a mucho estrés y haber pasado unas vacaciones ‘moviditas’. Independientemente de cómo sea la situación de cada uno, los síntomas y el malestar se pueden paliar.
- Reincorporarse con calma. Otro de los mayores errores es reincorporarse de golpe. Es verdad que no se puede elegir ir solo unas horas al trabajo, pero se puede organizar la jornada de forma que estrese lo menos posible. La ansiedad que provoca la vuelta al trabajo aumenta al ver centenares de correos sin leer en la bandeja de entrada. Ese proceso es inevitable, pero se puede paliar. Lo recomendable para ese primer día es dedicar un tiempo a analizar qué tareas se tienen que hacer, cuales son las más importantes y cuáles las más sencillas y placenteras. A partir de entonces, se empieza por las importantes y luego las preferidas por cada uno. Así, la vuelta al trabajo será menos dura.
- Aprender a decir “no”. En verano se acumula el trabajo y, en algunas ocasiones, se hace también el de los compañeros que siguen o se han ido de vacaciones. En esta situación se tiende a cargar con todo el volumen de trabajo, pero eso no se debe hacer. Se debe aprender a decir “no”. Al principio cuesta porque se tiende a pensar que los encargados, coordinadores y demás personas que están por encima de uno se lo tomarán mal, pero no es así. Es más, diciendo que no se hace un favor a uno mismo y a los demás. Y es que poner límites ayuda a asumir el control y tomar las riendas.
- Hacer deporte. Es bueno tanto para la salud física como mental. Permite desconectar de las obligaciones y libera endorfinas, las proteínas responsables de la felicidad, el optimismo y la relajación. Asimismo, haciendo deporte uno se siente más feliz, optimista y relajado porque además –al centrar la atención en el ejercicio físico- libera la mente del estrés.
- Programar el regreso con tiempo. Aunque en la mayoría de las ocasiones se quiere alargar al máximo los días de vacaciones (si se desplaza a otro sitio), volver a casa el día anterior a la reincorporación al trabajo es peor que hacerlo un poco antes. Y es que los expertos recomiendan tomarse un par de días para hacerse a la idea y ordenar tanto el equipaje como la ropa del trabajo.
- Fijarse en lo positivo. Aunque muchas personas lo nieguen, por muy malo que sea un día, siempre tiene algo bueno. Unas palabras amables, unas risas a la hora del café, etc. Conectar con esos momentos tiene infinitas cualidades positivas para la vida porque, según expertos, esos pequeños detalles conecta con la parte más humana de las personas y ayuda a tomar conciencia de todo lo bueno que les rodea.
- Moderar el consumo de alcohol y cafeína. Es difícil porque –en el caso del primero- aunque se vuelva a la rutina se quiere seguir haciendo planes vacacionales tales como irse de cañas con los amigos hasta altas horas. En el de la segunda, el cansancio y sueño con el que se llega al trabajo pide a gritos un café. Sin embargo, debes evitar ambas cosas el alcohol es un depresor del sistema nervioso central que puede agravar los síntomas de apatía, depresión y astenia provocados por el síndrome postvacacional; y el café agudiza los síntomas del estrés.
- Respetar las horas de sueño. En vacaciones uno se acuesta y se levanta a la hora que quiere (o que le pide el cuerpo). Hacerlo durante esos días está bien, pero la práctica (principalmente a la hora de acostarse) no se debe prolongar a la vuelta. Regularizar los ritmos de sueño tras el fin de las vacaciones reduce (e incluso evita) la depresión postvacacional. Asimismo, los primeros días se debe evitar echarse la siesta y, por la noche, se debe dormir ocho horas.
- No pensar seguido en lo mismo. Darle vueltas a un mismo tema en la cabeza aumenta la sensación de ansiedad. De esta forma, cuando algo atormenta o preocupa (bien sea en el trabajo o en el ámbito personal) se debe salir, dar un paseo o hacer cualquier actividad placentera y relajante que haga desconectar de ello. También se debe dedicar tiempo a uno mismo. Y es que las aficiones y hacer lo que a uno le gusta ayuda a combatir la ansiedad y el estrés.
- Tener paciencia. Es el último y más importante paso para no caer en la depresión postvacacional porque se trata de algo pasajero que, tarde o temprano, desaparece.
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